lunes, 26 de julio de 2010
LA RESURRECCIÓN ESPECIAL: EL REGALO QUE AGUARDA A LOS ADVENTISTAS
martes, 20 de julio de 2010
MATRIMONIOS HOMOSEXUALES: UNA REACCIÓN ANTE LA LEY PROMULGADA EN ARGENTINA
Aunque Argentina no consiguió la copa del mundo, hace una semana se consolidó como el primer país latinoamericano en legalizar los matrimonios homosexuales. El parlamento platense por mayoría de votos determinó ese acuerdo aceptado por no pocos, y rechazado por una minoría, al menos en las encuestas se evidencia ese cuadro.
Una jueza había declarado hace algunos días que se negaría a casar a una pareja gay, alegando que sus principios como seguidora de Cristo y de
Numerosos grupos homosexuales, y representantes en varios países han apoyado la promulgación de la ley en el país de la plata. Cantantes, músicos, actores y reconocidas personalidades han catalogado como “un avance para los países latinos”, puesto a que a nivel mundial los latinos son considerados por no pocos como países truncados por la piedra del “puritanismo”, y el machismo.
Es claro por supuesto que, el matrimonio homosexual, no es algo nuevo. Esta ley está en vigencia en otros países “desarrollados”, y como a los latinos les gusta imitar todo lo “nuevo”, no tardó mucho tiempo en iniciar la carrera a qué país se convierte en el pionero a nivel Latinoamérica.
Alguno podrá decir que me estoy “subiendo al coche” escribiendo un asunto que está en boca de casi todos. Sin embargo, me motiva a escribir simplemente porque hay algunos defensores del matrimonio homosexual que utilizan la “Biblia” para decir que Dios creó también a los homosexuales. Aunque jamás señalan un texto explícito para demostrar su tamaña ilusión.
Es así que, si se habla a favor de los matrimonios homosexuales, que se haga desde la perspectiva social, antropológica y postmoderna, pero que en absoluto se mencione a Dios o a Su Palabra como punto de apoyo a su descabellada idea.
La homosexualidad en
La palabra conozcamos y conocieron, en hebreo, no es un conocer simple, existe un conocer ligado a la sexualidad como se expresa “Y conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín” (Gn. 4:1)”. De otro modo Lot no tendría necesidad de presentara sus hijas como que jamás conocieron hombre.
Según el texto citado, el pecado reinante de los sodomitas tiene que ver con el sexo, pero no un sexo natural, sino un sexo contra natura (Rom. 1:26-27). Hace algunos días estuve hurgando por
Dios no creó a homosexuales
Cuando
Alguno puede creer que soy extremista, no es así, únicamente presento lo que
Debe entenderse que la homosexualidad, es simplemente el resultado del pecado, de la degradación humana. Pablo dijo: “Aun sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por las que van en contra de la naturaleza. De igual modo, también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en sus malos deseos los unos con los otros, cometiendo infamias hombres con hombres, y recibieron en sí mismos el merecido extravío.” (Rom. 1:26,27).
Dios creó al varón y a la mujer. Si existen desviaciones, como es el caso de la homosexualidad, repetimos es producto del pecado. Dios ama al pecador, pero no ama al pecado. No debe olvidare la premisa anterior.
Hay personas con este problema que atestiguan que son homosexuales, no porque ellos lo quisieron sino porque fue natural, o que nacieron con inclinación homosexual. Hay quienes dicen que biológicamente es un problema de hormonas. No obstante, si fuese problema de hormonas bastaría con suplir la falta de hormonas. Por ejemplo si soy varón y tengo en demasía hormonas femeninas, simplemente tendrían que inyectarme hormonas masculinas. Y si es el caso de una mujer de igual modo. Pero no es un asunto biológico, sino psicológico.
Por lo tanto, ese detalle debe ser entendido. La homosexualidad no es biológica, es un problema psico-social. Pero sobre todo, es una falta de Cristo.
Esperanza para los homosexuales
Existe una premisa muy famosa en Edmundo cristiano: “Dios ama al pecado, pero aborrece al pecado”, esta frase dice todo. Es probable que alguien se vea afectado por este sencillo escrito. Como cristiano, debo dejar en claro que la homosexualidad si bien es cierto es un pecado, ante los ojos de Dios es un pecado tan igual a los demás pecados. Por lo tanto, si existe un homosexual, debe saber que Cristo puede ayudarle a cambiar su manera de vivir. Pablo dice: “Eso erais algunos. Pero habéis sido lavados, por habéis sido santificados, habéis sido justificados en el Nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1Cor. 6:11), y lo dice después de decir “ni los afeminados, ni los homosexuales (…) heredarán el reino de Dios” (1Cor. 6:10,11).
He escuchado de hombres y mujeres homosexuales que un día fueron impactados por el poder Dios, y dejaron su vida pecaminosa por una vida nueva en Cristo (2Cor. 5:17). No es sencillo, pero “todo lo puedes en Cristo que te fortalece” TODO (Fil. 4:13), pues “separado de Cristo nada podéis hacer”, NADA (Jn. 15:5). Recuerda ante todo, Dios te ama. Pero aborrece tus acciones pecaminosas.
[1] La cursiva y el subrayado es nuestra.
jueves, 15 de julio de 2010
El Santuario y su purificación
¿Cómo podían contaminar el santuario los hijos de Israel siendo que al pueblo ni siquiera se le permitía entrar en sus recintos? Aunque ellos no podían entrar al santuario, los sacerdotes “llevaban” sus pecados hasta él en la sangre de los animales. El sacerdote depositaba los pecados simbolizados por la sangre “contaminada”, dentro del santuario. Una vez al año, sin embargo, los pecados acumulados eran transferidos nuevamente; pero esta vez para ser eliminados del santuario. Mediante este servicio, el santuario era “purificado”. Los pecados eran completamente desterrados del campamento, lo cual era una sombra de la manera en que Dios se propone extirpar los pecados del universo.
“Y además de esto, [Moisés] roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales [el santuario terrenal] fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9:21-24).
El contexto de Daniel 8:14 (“Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”) indica que puede referirse únicamente al santuario celestial y al proceso de purificación que en él se llevaba a cabo al tiempo señalado.
¿Por qué necesitaba ser purificado el santuario celestial? A causa de nuestros pecados que habían sido llevados hasta allí. Bajo el nuevo pacto, inaugurado a la muerte de Jesús, el pecado es transferido del pecador a Jesús –primero como sacrificio (Cordero), luego como Sumo Sacerdote– y finalmente es depositado en el santuario celestial, razón por la cual éste necesita ser purificado.
No obstante, llegará el tiempo cuando Jesús dejará de ser nuestro Sumo Sacerdote que ministra en el santuario celestial. Entonces, cuando regrese por segunda vez, lo hará “sin pecado” (Hebreos 9:28). Después que el santuario es purificado y los pecados son transferidos sobre Satanás (véase más abajo), Jesús no los lleva más sobre sí, como Sumo Sacerdote. De la misma manera, en el servicio del Antiguo Testamento el sumo sacerdote tampoco llevaba los pecados sobre sí después que el santuario terrenal era purificado y aquéllos transferidos al macho cabrío emisario.
Varios pasajes del libro de Levítico se refieren al pecador que llevaba al santuario un animal para sacrificarlo con el fin de que “el sacerdote [hiciera]... expiación por su pecado”. Esta frase se repite a través de todo el libro. Las personas necesitaban expiación porque habían pecado. Mediante el sistema sacrificial se había provisto .una forma de separarlos de sus pecados y concederles el perdón. Podemos comprender que los pecadores necesitan que se haga expiación por ellos.
Sin embargo, ¿qué significa Levítico 16:15, 16? “Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario” (la cursiva es nuestra).
¿Expiación por el lugar santo? La gente peca. Las personas quebrantan la ley. La gente necesita expiación. ¿Pero un edificio? ¿Por qué un edificio, una estructura inanimada, habría de necesitar expiación?
“Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados” (Levítico 16:16).
¿Por qué necesita purificación el santuario? A causa de todas las transgresiones de los hijos Israel, que los sacerdotes traían a él día tras día. Los pecados eran quitados del pecador y depositados en el santuario (recuerde la ilustración del virus). Del mismo modo, como el pecado contaminaba al pecador también mancillaba el santuario cuando era depositado allí por medio de la sangre. “El hecho de que durante el Día de la Expiación el santuario fuera purificado de todos lo pecados del pueblo de Israel –escribe el erudito Ángel M. Rodríguez–, sugiere que los pecados del pueblo habían sido transferidos, mediante el sacerdote, al santuario”.
Una vez al año, en el Día de la Expiación el mismo santuario debía ser purificado. Así como la expiación que se hacía en favor de un pecador involucraba la remoción del pecado de la persona misma, también la expiación por el santuario involucraba la eliminación del pecado del edificio
El proceso del santuario contemplaba dos aspectos especiales: El ministerio en el primer departamento, que era un procedimiento diario, continuo, mediante el cual el pecado era transferido al santuario; y el ministerio en el segundo departamento, el día de la expiación, que desalojaba el pecado de allí. El Día de la Expiación -que en el pensamiento judío es el día del juicio (también conocido como el “día de las purificaciones”)– los animales eran sacrificados y su sangre llevada al santuario, como durante el ritual cotidiano Pero había diferencias cruciales entre los rituales de Día de la Expiación y los sacrificios diarios. En primer lugar, este día es especial anual la sangre era llevada al segundo departamento, el lugar santísimo, y se asperjaba delante del propiciatorio, que estaba detrás del segundo velo. Ese era el único momento del año en que se introducía la sangre hasta allí.
Una segunda diferencia, destacada tanto por eruditos adventistas como por no adventistas, surge de hecho de que en ninguna parte se menciona que durante el Día de la Expiación alguien colocara las manos sobre la cabeza del macho cabrío del sacrificio
No se hace ninguna referencia a confesión alguna de pecados sobre él.
“Degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados” (Levítico 16:15, 16).
En otras palabras, la sangre introducida en el lugar santísimo para hacer propiciación por el santuario no contenía pecado, como en el caso de la sangre de los sacrificios diarios. En un sentido, era “sangre limpia”. Se ha sugerido que esta “sangre limpia” recibía todos los pecados acumulados en el santuario durante el año. Volviendo a la analogía del virus, un frasco limpio y vacío (la sangre limpia) era llevado al almacén (el santuario), donde ahora se colocaba el virus (el pecado) para ser llevado afuera, “purificando” así el santuario. “Los ritos cotidianos transferían el pecado y la impureza al santuario –escribe el erudito Alberto Treiyer–, y el rito anual (Día de la Expiación) transportaba este depósito fuera del santuario”.
Como parte del ritual del Día de la Expiación, después que se había hecho la purificación del santuario mediante la sangre “limpia” del chivo sacrificado (recuerde que la expiación involucra la transferencia del pecado), un segundo macho cabrío era introducido en el servicios sumo sacerdote pondrá sus “dos manos –ensangrentadas por haber asperjado la sangre– sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por manos de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada” (Levítico 16:21, 22).
La secuencia es clara: el pecado era transferido del pecador al animal mediante la confesión y la imposición de las manos. Entonces el animal era sacrificado, y el sacerdote, mediante la sangre contaminada, depositaba el pecado en el santuario. El Día de la Expiación, el sacerdote llevaba sangre limpia al santuario, la cual recibía todos los pecados (transformándose así en sangre cargada de pecado), y entonces éstos eran colocados sobre la cabeza del macho cabrío vivo, que a su vez era enviado al desierto. Mediante este procedimiento, que comenzaba con el pecador, el pecado era conducido fuera del campamento, con la resultante purificación del santuario, el campamento y el pueblo.
Los detalles de estos ritos pueden sufrir mucha elaboración (y especulación). Lo que más debe interesarnos aquí es la transferencia del pecado. En el servicio del santuario, el pecado no se desvanecía simplemente. No era sólo cuestión de que fuese perdonado y luego olvidado. En lugar de ello, el Señor desarrolló un elaborado ritual, simbólico del procedimiento mediante el cual el pecado es realmente eliminado.
“Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la víctima ofrecida, y por la sangre de ésta se transferían figurativa-mente al santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo, y transferidos, de hecho, al santuario celestial. Y así como la purificación típica de lo terrenal se efectuaba quitando los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el cielo”.
La purificación del pecado en el templo terrenal no era sino una ilustración de la purificación del pecado en el santuario celestial: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” (Daniel 8, 13). “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales [el santuario celestial] fuesen purificadas así” (Hebreos 9:23). En el santuario terrenal, esta purificación era simbolizada mediante la remoción del pecado; en el celestial, el registro de los pecados será borrado. “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19). Los resultados, ya sea en símbolo (terrenal) o en realidad (el celestial) son los mismos: el santuario es purificado.
Por fin, ¿qué sucede con los pecados después que el registro de los mismos es borrado y eliminado del santuario? El pecado se deposita sobre el macho cabrío emisario quien, en el pensamiento judaico, representa al jefe de los ángeles rebeldes. Elena de White escribió:
“Se vio además que, mientras que el holocausto señalaba a Cristo como sacrificio, y el sumo sacerdote representaba a Cristo como mediador, el macho cabrío simbolizaba a Satanás, autor del pecado, sobre quien serán colocados finalmente los pecados de los verdaderamente arrepentidos. Cuando el sumo sacerdote, en virtud de la sangre del holocausto, quitaba los pecados del santuario, los ponía sobre la cabeza del macho cabrío para Azazel. Cuando Cristo, en virtud de su propia sangre, quite del santuario celestial los pecados de su pueblo al fin de su ministerio, los pondrá sobre Satanás, el cual en la consumación del juicio debe cargar con la pena final. El macho cabrío era enviado lejos a un lugar desierto, para no volver jamás a la congregación de Israel. Así también Satanás será desterrado para siempre de la presencia de Dios y de su pueblo, y será aniquilado en la destrucción final del pecado y de los pecadores".
En el sistema terrenal, el pecado era transferido del pecador al animal, al sacerdote, al santuario, al sacerdote nuevamente, y por fin al macho cabrío, que a su vez era llevado al desierto “por mano de un hombre destinado para esto”. (Aunque la Biblia no lo menciona, este hombre debía encontrarse en excelente condición física para conducir al macho cabrío tan lejos del campamento que no pudiera regresar nunca: un ejemplo de cuán lejos y permanentemente el Señor se propone alejar el pecado de su pueblo). En el verdadero servicio del santuario, simbolizado por el sistema terrenal, el pecado es transferido del pecador a Jesús como Cordero, a Jesús como Sacerdote, al santuario celestial y finalmente a Satanás, quien es desterrado de la presencia del pueblo de Dios, sólo para ser erradicado definitivamente junto con el pecado y los pecadores en el juicio final.
El Señor pudo destruir a Satanás el mismo día en que éste se rebeló. En lugar de hacerlo, y en armonía con su carácter de amor, justicia y misericordia, el Señor escogió –a un costo infinito para sí mismo– eliminar el pecado de esta forma, un paso a la vez, ante el universo observador. En el santuario terrenal había ángeles bordados en las paredes del primer departamento; dos querubines de oro habían sido colocados en el lugar santísimo, la culminación del procedimiento expiatorio: Y todo esto no era sino un símbolo del interés que el universo manifiesta en el plan de salvación. Mediante un procedimiento abierto y ordenado, que incluía su muerte, y luego su ministerio sumo-sacerdotal en un santuario físico literal, el Señor contestará para siempre todos los interrogantes acerca de la gran controversia y el origen del mal. El santuario del cielo es literal, no porque Dios necesite que así sea, sino porque las inteligencias celestiales la necesitan para ver de que manera Dios trata con el pecado. Mediante una estructura física visible, Dios permite al universo observador que vea claramente cada paso en la solución del conflicto.
“En el ritual típico –escribe Ángel M. Rodríguez, el pecado confesado por el penitente y su responsabilidad eran transferidos al santuario mediante la victima sacrificial y el sacerdote. Se puede aseverar que por el momento el santuario asumía su culpa, y el pecador era perdonado, El día de la expiación el santuario era purificado, y así la posición de Dios (en el santuario) quedaba aclarada”.
Todavía quedan por contestarse otras preguntas importantes concernientes a todo este asunto de los ritos del santuario celestial. ¿Como afecta nuestras vidas el día de la expiación celestial? ¿Que significado tiene esto para nosotros en la actualidad? El capitulo que sigue se aboca a la investigación de estos asuntos porque lo que sucede en el santuario celestial es extremadamente relevante para los que se encuentran en la tierra y cuyos pecados están registrados allá.
Fuente: Desequilibrio fatal, pág. 108-116
Autor: Clifford Goldstein