La iglesia adventista del Séptimo Día, es entonces una iglesia cristiana y bíblica. Cree, ama, enseña y predica que la salvación es por gracia mediante la fe (Ef. 2:8,9). Es entendible sin embargo, que entre no pocos, los adventistas del séptimo día sean catalogados como “legalistas” o “seudo-cristianos” por su énfasis en algunos mensajes, básicamente en los Mandamientos de Dios o el sábado (Ex. 20:3-17), no obstante, esta idea se derrumba si se llega a comprender bíblicamente el rol de las obras en alguien que tiene fe.
En consecuencia, los adventistas del séptimo día creen, por la Biblia, que aquél que cree, ama, enseña y predica la salvación por gracia mediante la fe, debe mostrarlo con obras, pues “si la fe no tiene obras está muerta” (Stg. 2:17). Pablo dice categóricamente que “fuimos creados para buenas obras” (Ef. 2:10), y lo dice después de decir que la salvación es por gracia (v. 8). La Biblia en su recorrido neotestamentario es muy clara en ese detalle, a Timoteo se le dijo: “Toda Escritura es inspirada por Dios…para que el hombre de Dios sea perfecto, cabalmente instruido para toda buena obra” (2 Tim. 3:16,17).
Por lo tanto, si de obras se trata, la Biblia no deja “cabos sueltos”, declara con autoridad que las obras son producto de la fe en Cristo. No imagino a alguien que cree, ama, enseña y predica la salvación por gracia mediante la fe, y sea estafador, adúltero, mentiroso, etc.
Un pastor evangélico casi entiende
Cuando le expliqué este detalle a un pastor evangélico en cierta ocasión, después de su sorpresa, me dijo: “pastor, creo que estaba equivocado en cuanto a ustedes. Ahora entiendo que los adventistas del séptimo día, creen igual que nosotros. Es decir que la salvación es por gracia mediante la fe en Cristo. ¡Qué bueno…!”.
Cuando terminó de hablar le dije: “Sí y no. Los adventistas del séptimo día, creen en la salvación por gracia mediante la fe en Cristo, pero no igual que ustedes.”
El pastor evangélico replicó: “¿cómo es eso de que no creen igual que nosotros, si nosotros creemos en la salvación por gracia mediante la fe en Cristo?”. Le dije que para nosotros (adventistas del séptimo día) la fe está ligada a las obras, no puede haber obras sin fe, ni fe sin obras. El pastor evangélico me miró sonriente y dijo: “entonces ustedes son legalistas moderados, porque creen que son salvos por gracia mediante la fe en Cristo, pero igual siguen creyendo en los Diez Mandamientos, y ahí radica su error, a pesar de que con Cristo la ley quedó anulada en la cruz”.
Fue tanta mi decepción, que oré mentalmente para que Dios me use, y se me ocurrió algo. En mis manos tenía un abridor de latas, que había comprado momentos antes para la casa, le mostré con mirada seria, muy seria, y le dije: “¿Ud. No entiende verdad? La Ley de Dios, dice: “No matarás” ¿qué pasaría si lo mato en este momento? Según Ud. Cristo abolió la Ley de Dios, con su muerte en la cruz, por ello no tiene validez para nosotros. Entonces, ¿si la Ley fue anulada, yo no tendré pecado? o sea, no habré cometido error alguno, según Ud.”.
Atemorizado tal vez por mi forma de haber actuado, me dijo: “Bueno, matar a alguien es malo, eso sigue vigente hasta hoy”. Le dije: “¿Cómo es eso de que “no matarás” sigue vigente?”.
Comencé a mencionarle los Mandamientos de Dios, o la Ley de Dios una por una, sin mencionar el cuarto mandamiento, y finalmente le dije: “¿Se da cuenta que todos los mandamientos siguen vigentes hasta hoy?”, me miró con una sonrisa entre sus labios y dijo: “En realidad no, he contado sólo nueve, falta uno, pues son diez”- me miró fijamente y con un tanto de preocupación continuó- “creo que únicamente el cuarto mandamiento, el sábado, es el que Dios lo anuló”.
Me hubiera gustado que la historia termine de manera distinta, pero no fue así, sinceramente, pude ver que si mucha gente no acepta el verdadero mensaje de la Biblia no es tanto por no tener acceso a ella sino porque “no quieren ver teniendo ojos”. Terminé mi charla con el pastor evangélico diciéndole: “¿No le parece extraño que Dios se haya equivocado? ¿Cómo es que Dios dio 10 Mandamientos en su Ley, y después de años, diga: “Oh no, me equivoqué al señalar el sábado como día de reposo y adoración a Mí, pero no importa, pues voy a cambiarlo con mi Hijo Jesús, cuando muera en la cruz”.
Algunos argumentos evangélicos en contra de los 10 Mandamientos
- “Los diez mandamientos, son la Ley de Moisés dada a los israelitas”.
Respuesta: Éxodo 31:18 declara: “Cuando el Señor terminó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios”. Trágicamente, la Ley de Dios es llamada la Ley de Moisés, insinuando que no es de Dios sino de un hombre meramente. En expreso, los Diez Mandamientos son de Dios. Dios es el autor de los Mandamientos. Cuando David oró arrepintiéndose de sus errores, no dijo, Señor perdóname porque he adulterado con Betzabé, he asesinado a Urías, etc, sino que dijo: “Contra ti, contra ti solo he pecado, he hice lo malo ante tus ojos…” (Sal. 51:4), esto es entendible pues la ley de Dios muestra Su carácter, no pecamos contra la Ley de Moisés, lo hacemos contra Dios mismo, pues es Su Ley. Del mismo modo, el la parábola del hijo pródigo, el hijo menor después de haber pisado hondo, regresó a su casa arrepentido, no le dijo a su padre, perdóname porque malgasté el dinero, me fui a emborracharme, estuve con mujeres, etc, en cambio dice: “Padre he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (Lc. 16:21). Porque el pecado es infracción de la Ley (1 Jn. 3:4), y se peca porque es la Ley de Dios, y si es la Ley de Dios pecamos contra Él.
- “Los Diez Mandamientos se resumen en dos: “Amarás al Señor tu Dios…” y “Amarás a tu prójimo…” (Mt. 22:37-39)”.
Respuesta: Romanos 13: 9, 10 expresa: “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás no dirás falso testimonio, no codiciarás y cualquier otro mandamiento se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”. Claramente el texto dice, resumen, ¿qué es un resumen? Es una forma más corta de decir algo, pero sigue teniendo la idea original. Sin embargo los que creen que la Ley de Dios o lo Diez Mandamientos no tienen validez porque ahora hay dos “nuevos mandamientos y grandes”, están lejos de la verdad bíblica que señala categóricamente a los dos grandes mandamientos como resumen de los diez. Por lo tanto, si yo “amo a Dios con todas mis fuerzas…”, no voy a tener dioses ajenos, no voy a adorar imágenes, no voy a tomar su nombre en vano, y por supuesto le obedeceré en cuanto al mandamiento que dice que debo reposar el día sábado pues reconozco que Dios es Creador. Pablo aclara el asunto en el verso citado, si yo “amo a mi prójimo como a mí mismo…” no voy a matarlo, robarle, mentirle, codiciar sus cosas, adulterar, y mucho menos deshonrar a mi padres que también son mis prójimos. En conclusión, los dos grandes mandamientos (Mt. 22:37-39), son el resumen de los 10 Mandamientos de Éxodo 20, y si se cree en ellos también se creerá y guardará de la misma manera.
- “El fin de la Ley es Cristo” (Ro. 10:4).
Respuesta: Lo que pocos lectores de la Biblia conocen es que la versión de los Reina Valera de los 60 tienen ese verso así, no obstante, la mejor traducción o una mejor lectura es, “La finalidad de la Ley es Cristo”, tal como lo expresa la versión Reina Valera del 2000. Lo que Pablo desea dejar en claro es que la Ley de Dios no un estorbo para la vida del cristiano, muy por el contrario su finalidad, el objetivo primario y mayor es: conducirnos a Cristo, guiarnos a Cristo. En rigor de la verdad Cristo es el cumplimiento de la Ley.
El rol de la Ley de Dios en el Plan de Salvación
Podríamos, para mejor entendimiento, destacar algunos propósitos de la Ley de Dios a través de la Biblia:
- La Ley de Dios nos protege. Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios constituyen el manual, nuestro manual para la vida. ¿Se imagina qué pasaría si la Ley de Dios jamás hubiera existido? De seguro sería una anarquía total. Es decir que cuando Dios dio los 10 Mandamientos a su pueblo escogido para ser luz a otras naciones, les estaba dando los principios que harían de su nación una nación de paz, respeto y amor. Lamentablemente, por desobediencia este cuadro jamás pudo ser real.
- La Ley de Dios nos hace conocer el pecado. Pablo dice: “Ya que por la ley se conoce el pecado” (Ro. 3.20), “yo no hubiera conocido pecado sino por medio de la Ley. Porque tampoco hubiera conocido la concupiscencia, si la Ley no dijera: “No codiciarás”” (Ro. 7:7). Este asunto es interesante, nadie de nosotros conocería que está mal procediendo si no hubiera la Ley diciéndonos que está mal lo que hacemos. Por ello, por la Ley se conoce el pecado. Por lo tanto, la Ley es un punto a nuestro favor ya que nos muestra nuestra condición, pues “donde no hay Ley, tampoco hay transgresión” (Ro. 4:15).
- La Ley nos conduce a Cristo. Pablo dice que la Ley es un "ayo" para conducirnos a Cristo (Gal. 3:24,25). El apóstol habló de la Ley en ese tenor. Y con mucha claridad a los romanos les dice: “El fin de la Ley es Cristo” (Ro. 10:4), ES DECIR, EL OBJETIVO, LA FINALIDAD DE LA LEY ES CRISTO.
Continuará...
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