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domingo, 7 de enero de 2024

¿Estaba Elena G. de White contra la Navidad?



En el mes de diciembre algunos grupos independientes y otros con tintes disidentes, traen el mismo problema a nuestras iglesias: “La Navidad es una festividad pagana”, “no debemos poner árbol o decoraciones navideñas en las iglesias”, entre otras cosas. Y tratan de poner el asunto como un punto de doctrina, porque estos “maestros” creen tener el derecho de imponer pruebas de discipulado y parámetros de salvación que no están contenidos en las Escrituras o los Testimonios.

Sin embargo, cuando se revisan sus presupuestos y argumentos, se hace evidente los baches y los huecos que tienen. En este documento, se aportara la visión de lo que Elena G. de White dijo sobre esta festividad. Antes de esto, es necesario recordar algunos principios básicos de la hermenéutica: [1] Buscar TODO lo que el autor dijo sobre el tema, antes de llegar a una conclusión; [2] CONSIDERAR el contexto (interno y externo), para tener un panorama claro; e [3] intentar DETERMINAR si el consejo del profeta es para establecer un principio o un patrón variable de conducta (norma).

La Navidad

El término “Christmas” [Navidad] en los escritos de Elena G. de White, aparece unas 260 veces en inglés.[1] La mayoría de cartas con este término fueron escritas entre las décadas de 1860 a 1890, y otras pocas en 1900. Me enfocaré en las cartas que tienen un contenido específico sobre la festividad, ya que hay algunas que solo registran un acontecimiento en esa fecha, por ejemplo: White escribió que “en la noche de navidad” de 1866, recibió una visión sobre como Dios estaba guiando su trabajo misionero.[2]

A diferencia de aquellos que ven la navidad como una costumbre pagana, Elena G. de White tenía otra opinión. En un artículo publicado en la Review and Herald, con fecha del 11 de diciembre de 1879, ella escribió:

El día de Navidad, es un precioso recordatorio del sacrificio hecho en favor del hombre, no debe ser dedicado a la gula y la autocomplacencia, exaltándose así a la criatura por encima del Creador. Deje a quienes están participando de este gran espectáculo de la salvación que tenemos una cierta apreciación de este don, rindiendo a Dios nuestras ofrendas de agradecimiento.[3]

El contexto de este artículo, es sobre la festividad decembrina. White escribió sobre el verdadero sentido de la Navidad y aconsejo alejarse del despilfarro en ostentoso regalos y prendas de vestir innecesarias.[4] “Aconsejamos a todos nuestros hermanos y hermanas para hacer una reforma decidida en lo que respecta a estos días festivos.”[5] El objetivo debería ser que cada “joven y anciano” den ofrendas para el progreso del triple mensaje angélico. Ella, señala:

Busquemos representar fielmente a Cristo en los próximos días festivos imitando su ejemplo como él que anduvo haciendo el bien… Que en nuestros principios de acciones se eleven por encima de las costumbres y modas del mundo. Cristo vino a nuestro mundo para elevar las mentes de los hombres al nivel divino, y para ponerlas en simpatía con la mente de Dios.[6]

Nótese, que Elena G. de White no está condenando la navidad, sino definiendo su correcta celebración. No es para la complacencia propia, sino para recordar el sacrificio de Cristo, es decir, el don inmerecido del Hijo de Dios que vino a esta tierra para redimirnos: “El regalo de Dios y de Cristo al hombre llenó todo el cielo con asombro, e inspiró en su nacimiento la canción angelical, ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.’”[7] Este es el principio que se delinea en este artículo de 1879, la idea se repetirá en otros manuscritos.

1.1. Alejarse del mundo
¿Qué significa alejarse del mundo? Algunos consideran que esto debe interpretarse como total abstinencia. En el caso de la Navidad, sería la supresión completa de la fiesta y la abstinencia de usar un árbol o decoraciones. Sin embargo, Elena G. de White tenía una definición más amplia y otro pensamiento diferente.

En un manuscrito titulado “How Shall We Celebrate Christmas and the New Year”,[8] White citó diferentes textos bíblicos para hablar sobre la imposibilidad de la relación entre un cristiano y el mundo (2 Co 6:17-18; Stg 4:4; Jn 15:18-20). La diferencia entre un cristiano al incrédulo es el motivo. Mientras el mundo hace de estas festividades un medio “para la complacencia personal”, los cristianos lo ven como un medio para ayudar a otros y un recordatorio de su verdadero significado. Por ejemplo, White comenta sobre Thanksgiving Day [Día de Acción de Gracias]:

…se desviaron de su debido rumbo y se hace un día de fiesta y gula. ¿Es un día para llenar sus mesas de lujos y cargarlas hasta abajo con dulces y condimentos para usted y los suyos? Cristo dijo: “Más cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.” Lucas 14: 13-14.[9]

¿Debe eliminarse la celebración de Acción de Gracias? ¡No! Ella, habla de seguir celebrado esta fecha, haciendo uso correcto de la misma y con los motivos más elevados: “En lugar de hartarse a sí mismos con las cosas buenas de esta vida, vamos a acercarnos a Dios y démosle, en ese día, un regalo en agradecimiento por su bondad, y así tener un día de acción de gracias genuino para Dios”.[10]

Respecto a la Navidad, en este mismo manuscrito, Elena G. de White señaló como es que nos alejamos del mundo en la forma como la celebramos:

¿Cuántos mantendrán correctamente la Navidad? Los ricos traen regalos a sus amigos, pero son ricos todavía. Entonces, ¿cómo puede ser esto un sacrificio para ellos? En ese caso, ¿qué debemos hacer para agradar a Dios? Te lo diré. Si desea guardar este día como se debe, llame a los pobres y necesitados, y si les falta algo, supla lo que ellos necesitan.[11]

El alejarse del mundo, significa celebrar la Navidad en su forma correcta. Es un día para recordar y exaltar la consumación del plan de salvación en Cristo:

Cristo debe ser el objeto supremo; pero en la forma en que se ha estado observando la Navidad, la gloria se desvía de él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso hizo necesario que el Salvador viniese a nuestro mundo. Jesús, la Majestad del cielo, el Rey del cielo, depuso su realeza, dejó su trono de gloria, su alta investidura, y vino a nuestro mundo para traer auxilio divino al hombre caído, debilitado en su fuerza moral y corrompido por el pecado.[12]

El contexto de los manuscritos y artículos que abordan el tema de la Navidad, arrojan claros principio, los cuales también son aplicables a otras celebraciones como los cumpleaños:

Nuestros cumpleaños, nuestra Navidad y las fiestas del Día de Acción de Gracias con demasiada frecuencia se dedican a la gratificación egoísta, cuando en cambio la mente debería dirigirse hacia las misericordias y la amante bondad de Dios. A Dios le desagrada que su bondad, su cuidado constante y su amor incesante no sean recordados en estas ocasiones.[13]

1.2. Acercarse al prójimo
Elena G. de White, consideraba la Navidad como un tiempo especial para compartir con familiares, amigos y aún desconocidos:

Se acerca la época de las fiestas con su intercambio de regalos, y tanto los jóvenes como los adultos consideran atentamente qué pueden dar a sus amigos en señal de afectuoso recuerdo. Por insignificantes que sean los regalos, es agradable recibirlos de aquellos a quienes amamos. Constituyen una demostración de que no nos han olvidado, y parecen estrechar un poco más los lazos que nos unen con ellos.[14]

Durante su vida, White disfrutaba enviar regalos a las familias de sus hijos, pastores, administradores, misioneros y amigos. El 14 de diciembre de 1867, ella envió un regalo navideño para su hijo Edson White –quien estaba pasando un mal momento económico y le aconseja no “gastar un centavo” en regalos que no podía costear- deseándole que en el nuevo año que va a comenzar, pueda estar asido en Cristo.[15] Unas semanas después, el 29 de diciembre, envió otros regalos.[16]

En 1873, Elena G. de White lamentó no poder compartir con Lucinda y su familia en Navidad, por motivos de viaje. Pero, envió a los niños de este matrimonio regalos:

Manténte de buen ánimo, Lucinda. Espero que nos veas dentro de una semana, después del lunes. Ellos se aferraron a Jaime hasta el ultimo minuto, y nadie parecía más precupado que tu padre, a pesar de que me mantuve amonestándole sobre el asunto. Los hermanos Butler y Haskell todavía están en Battle Creek. Ellos permanecerán allí por varias semanas. Nosotros simplemente nos separamos de ellos. Yo quería estar contigo en Navidad, pero estaremos de viaje. Diles a los niños que sus regalos de Navidad están en camino. Lamento mucho que no podemos estar con ellos en Santa Rosa en esa ocasión.[17]

¿Es malo hacer regalos navideños? La respuesta es un evidente ¡No! Y al hacerlo ¿no es participar de esta fiesta? Por supuesto: “Está bien que nos otorguemos unos a otros pruebas de cariño y aprecio con tal que no olvidemos a Dios, nuestro mejor Amigo. Debemos hacer regalos que sean de verdadero beneficio para quienes los reciban.”[18]

2. Celebración de noche buena
¿Es correcto celebrar el 25 de diciembre? Elena G. de White, escribió sobre esta fecha, pero no con las connotaciones amarillistas y fanáticas con la que algunos lo hacen. Cuando ella se refirió a este día, dejo en claro que no era de su interés si era correcto o no:

El 25 de diciembre se ha conmemorado a lo largo del tiempo como el día del nacimiento de Jesús, y en este artículo no es mi propósito de afirmar o cuestionar la conveniencia de celebrar este evento en este día, sino para detenerme sobre la infancia y la vida de nuestro Salvador. Es mi propósito de llamar la atención de los niños a la humilde forma en que el Redentor vino al mundo.[19]

El 9 de diciembre de 1884, ella escribió un artículo titulado “Christmas is Coming” para la Review, en el cual abordo esta fecha y dio algunas orientaciones.

Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos guardando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fué ocultado con el más sabio de los propósitos.[20]

En este párrafo resaltan algunos puntos interesantes: (1) El 25 de diciembre es un “costumbre popular”, (2) no hay evidencia bíblica o histórica, (3) la Biblia no define el día exacto porque no es un asunto de salvación. (4) El silencio tiene un propósito. White aclaró el porqué de este silencio. Para esto, ella da un pintoresco ejemplo, Dios oculto el lugar exacto donde Moisés resucito y fue llevado al cielo, con el fin de que los judíos no idolatraran aquel lugar. De la misma manera sucedió con el día en que Cristo nació:

Por el mismo motivo Dios ocultó el día preciso en que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía darse a Cristo como Redentor del mundo y el único que debía ser recibido y en quien se debía confiar por ser el único capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a él. La adoración del alma debe tributarse a Jesús como Hijo del Dios infinito.[21]

Elena G. de White, entendía que el 25 de diciembre es solo un día “honorifico”, el cual carece de solemnidad. Es decir, no tiene ninguna bendición especial como el sábado, no es un día santo. En este contexto ella escribe: “No hay ninguna santidad divina descansando en el 25 de diciembre; y no le agrada a Dios que algo que concierne a la salvación del hombre mediante el infinito sacrificio hecho por ellos sea tan tristemente pervertido de su diseño desviado de su intención original”[22] El único objeto supremo para los cristianos en la Navidad debe ser Cristo:

Cristo debe ser el objeto supremo, pero cuando la Navidad es observada, la gloria es desviada de Él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso le hizo necesario venir a nuestro mundo. Jesús, la Majestad de los cielos, el Rey del cielo, abandonó su realeza, dejó su trono de gloria, su elevado comando, y vino a nuestro mundo para darle ayuda divina al hombre caído, con un poder moral debilitado y corrompido por el pecado. Él vistió su divinidad con humanidad, para poder alcanzar las mismas profundidades de la miseria y aflicción humana, para elevar al hombre caído. Al tomar sobre sí la naturaleza del hombre, él levantó a la humanidad a la escala del valor moral con Dios. Estos grandes temas son demasiado elevados, demasiado profundos, demasiado infinitos, para la comprensión de las mentes finitas.[23]

¿Quiere decir que podemos unirnos el 25 de diciembre para celebrar el nacimiento de Cristo? Una vez más, White tiene algo que decir:

En vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito.[24]

Aunque no sabemos exactamente en qué día nació Jesús, debemos honrar este sagrado acontecimiento. No quiera Dios que haya alguien tan estrecho de mente que pase por alto este acontecimiento porque no tiene seguridad en cuanto a la fecha exacta.[25]

Dedicarle cierta atención es involucrarse y participar de la forma correcta, y con un buen propósito será de gran bendición. Elena G. de White, reprueba la prohibición a los niños o jóvenes de divertirse sanamente en Navidad:

En vez de ser ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo.[26]

El movimiento adventista fue educado por los pioneros en cuanto a la celebración de la Navidad. Las iglesias acostumbraban a tener algún programa especial en noche buena, con el fin de predicar y profundizar la encarnación de Cristo:

Anoche se celebró la Navidad en el tabernáculo [de Battle Creek], y todo salió bien, con modestia, solemnidad y gratitud manifestada en todo lo que se hizo y se dijo, porque Jesús, el Príncipe de la vida, vino a este mundo como el bebé de Belén para ofrecerse por nuestros pecados.[27]

Arthur L. White, nieto de los White, señalaba que en estas fechas su abuela las aprovechaba para meditar y acercarse a Jesús:

Se mudaron a dicha propiedad el domingo 19 de diciembre. Al observar que pronto sería Navidad, Elena mencionó por carta a una amiga: “Pasaré mi Navidad procurando que Jesús sea un huésped bienvenido en mi corazón. Su presencia ahuyentará todas las sombras”.[28]

En otras ocasiones, el 25 de diciembre era aprovechado para hacer evangelismo y se efectuaban bautismos:

El miércoles de mañana, día de Navidad, se celebró una reunión y 13 niños y jóvenes expresaron su determinación de ser cristianos. Cinco jóvenes no estaban presentes en esa mañana de Navidad, pero en respuesta a las exhortaciones de sus jóvenes amigos, ellos también dieron sus corazones al Señor, haciendo un total de 18 cuyas vidas fueron cambiadas durante esos cinco días memorables en Washington.[29]

Elena G. de White predicó en diferentes ocasiones con motivo de esta fecha. En la cuarta sesión de la Asociación Australiana de 1891, ella se dirigió a los delegados el 24 de diciembre:

El siguiente jueves de noche, 24 de diciembre, se inició la cuarta sesión anual de la Asociación Australiana Adventista del Séptimo Día en el Salón Federal. Estaban presentes unas 100 personas, que representaban las iglesias en Australia. Puesto que el día siguiente era Navidad, la Sra. White dirigió un mensaje apropiado sobre “el nacimiento y la misión de Cristo, ilustrando el amor de Dios y mostrando que es propio hacer regalos de gratitud, como hicieron aquellos que trajeron sus presentes a Jesús, en vez de derrochar recursos en una gratificación inútil”[30]

3. Adornos navideños

En cuanto a los adornos navideños, sea el uso de arbolitos o guirnaldas, Elena G. de White tenía una visión clara. Hay unas ocho referencias directas que hablan sobre el uso del árbol de Navidad, las cuales se han compilado en libros como el Hogar cristiano. El contexto de estas declaraciones es diversos y se establecen consejos oportunos en cuanto a su uso.

La primera referencia, aparece en un artículo publicado el 11 de diciembre de 1879 en la Review, y ha sido usada en el libro del Hogar cristiano:

Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto. Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo? Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo. El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.[31]

El fideicomiso del Patrimonio White, pone una nota en estos párrafos (*), con la finalidad de aclarar el contexto del artículo de done fue extraído el párrafo: “Nota: En el artículo se aludía a ciertos proyectos de construcción entonces en ejecución. Las referencias se insertan aquí porque los principios presentados tienen aplicación para el día de hoy.”[32]

En el momento que White hizo esta declaración, se encontraba en Basilea, Suiza. Arthur L. White, comentó la escena:

A su regreso a Basilea, la Sra. de White asistió a la noche siguiente a una reunión donde se presentó la historia de la Navidad. Ella dio una charla breve. Luego trajeron un fragante pino cargado con donaciones para el Señor. El motivo de esta reunión navideña fue obtener ayuda económica para los colportores que trabajaban en Rusia.[33]

Con esa idea, los adventistas en esa iglesia pudieron recoger 429 francos, lo cual “¡Fue una buena cosecha!”. La mayoría de contextos hacen referencia al uso del árbol con el objeto de ayudar a los necesitados. Aunque, se vale de diferentes situaciones puntuales, el principio sigue activo.

En cada iglesia, se deben hacer aunque sea pequeño, un esfuerzo especial para mostrar nuestra gratitud a Dios al traer nuestras ofrendas para su causa. Que aquellos que desean un árbol de Navidad hagan sus ramas fructíferas con los regalos para los más necesitados, y las ofrendas para la tesorería de Dios. Y dejar que los niños aprendan la bendición de dar, al traer sus pequeños regalos y añadir a las ofrendas de sus padres.(26 de diciembre, 1882) [34]

Al terminar el largo viaje que me trajo del este, llegué a casa a tiempo para pasar la víspera de Año Nuevo en Healdsburg. El salón de actos del colegio había sido preparado para una reunión de la escuela sabática. Se habían ordenado con buen gusto guirnaldas de ciprés, hojas otoñales, ramas de coníferos y flores. Una gran campana formada con ramas de pino colgaba del arco de entrada al salón. El árbol estaba bien cargado de donativos, que iban a emplearse para beneficio de los pobres y para contribuir a la compra de una campana…. En esa ocasión nada se dijo ni se hizo que hubiese de cargar la conciencia de nadie. Algunos me dijeron: “Hermana White, ¿qué piensa Vd. de esto? ¿Concuerda con nuestra fe?” Les contesto: “Concuerda con mi fe.” (29 de enero, 1884) [35]

Cada árbol en el jardín de Satanás está cargado con frutas de vanidad, orgullo, arrogancia, deseos malvados, extravagancia- todas las frutas envenenadas, pero muy gratificantes para el corazón carnal. Que las iglesias presenten a Dios árboles de navidad en cada iglesia; y luego que cuelguen cargadas con frutos de beneficencia y gratitud, -ofrendas que vengan de corazones y manos dispuestas, frutos que Dios aceptará como una expresión de nuestra fe y de nuestro gran amor hacia Él por el regalo de su Hijo, Jesucristo.(9 de diciembre, 1884) [36]

Que su árbol de Navidad esté consagrado a Dios, y que sus ramas estén cargadas con ofrendas para Cristo. No ofrenden como si fuera un deber, repartiendo sus donaciones con manos mezquinas. Las obras de Dios no son una tarea penosa. Al darnos a su Hijo, Dios nos ha derramado todo el Cielo en un solo regalo. Traigámosles ofrendas con un corazón desbordante, con gratitud y alegría provocada por el incomparable amor de Cristo. Enséñenles a sus hijos mediante su propio ejemplo las bendiciones de obrar para Cristo. Edúquenlos a cumplir las tareas de amor por Él, y a que en todos sus regalos recuerden al Dador de gracia.(8 de diciembre, 1887) [37]

Elena G. de White, no consideraba que el uso de un árbol de navidad, lazos o guirnaldas fuera contra los principios de un cristiano. Ella, tampoco se valió de textos bíblicos para condenarlo. Algunos suelen usar textos como Deuteronomio 16:21-22 y Jueces 20:33; sin embargo, estos pasajes no están hablando sobre el árbol de navidad y los presupuestos que los críticos usan, en realidad son incoherentes. Esto demuestra que White, tenía una coherencia sana y un respeto a las Escrituras, ya que no usa textos fuera de su contexto para condenar los adornos navideños.

Conclusión

La postura que Elena G. de White tenía sobre la navidad, son amplios y no apelan al amarillismo o el fanatismo. Al contrario, ella recomienda celebrar la navidad, como un medio de recordar verdaderamente lo que es y una festividad para servir con liberalidad a los más necesitados. Ella, no invito a los adventistas a abstenerse de su celebración. Pero, condenó los gastos excesivos en lujosos regalos y vestidos ostentosos, la glotonería, diversiones desenfrenadas, el egoísmo y la autocomplacencia.

Si el asunto de la Navidad tuviera las connotaciones tan herejes, que presentan los críticos, ¿por qué Elena de White nunca se le revelo tales herejías? Si ella, así como los pioneros, no vio (ya que no existen) problemas doctrinales o de salvación en la participación de esta festividad, ¿por qué entonces algunos quieren darle una dimensión que no tiene?

En vez de prohibir la Navidad, debemos participar de ella con el fin de usarla como un medio de evangelismo y ayuda para los necesitados. Hay más riqueza en educar a las iglesias en la forma correcta de celebrar, que en imponer pruebas de salvación que no están en las Escrituras, sino que solo traen ignorancia y obscuridad. Prohibir no es educar, sigamos el ejemplo de Elena G. de White, ella educo a su entorno en cuanto a esta fiesta y otras. A fin de cuentas, ¿no es ella la mensajera del Señor?

Autor: Daniel Mora | Estudió de Teología

Fuente: DEFENSA ADVENTISTA

Referencias:


  1. Ellen G. White Estate, egwwriting.org ↩︎

  2. Elena G. de White, “Our Late Experience (Concluded)”, Review and Herald, 27 de febrero, 1866. En adelante RH. ↩︎

  3. Elena G. de White, “The Holidays”, RH, 11 de diciembre, 1879. ↩︎

  4. Ibid. ↩︎

  5. Ibid. ↩︎

  6. Ibid. ↩︎

  7. Ibid. ↩︎

  8. Elena G de White, Manuscrito 8, 1880 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, NF, 1880). ↩︎

  9. Ibid. ↩︎

  10. Ibid. ↩︎

  11. Ibid. ↩︎

  12. Elena G. de White, El hogar cristiano (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 437. En adelante HC. ↩︎

  13. Ibid. ↩︎

  14. Elena G. de White, “Holidays Gifts”, RH, 26 de diciembre, 1882 ↩︎

  15. Elena G. de White a Edson White, Carta 19, 1867 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 14 de diciembre, 1867). ↩︎

  16. Elena G. de White a Edson White, Carta 21, 1867 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 29 de diciembre, 1867) ↩︎

  17. Elena G. de White a Lucinda, Carta 29, 1873 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 1873) ↩︎

  18. Elena G. de White, “Holidays Gifts”. ↩︎

  19. Elena G. de White, “Christmas Address to the Young”, RH, 17 de diciembre, 1889. ↩︎

  20. Elena G. de White, “Christmas is Coming”, RH, 9 de diciembre, 1884. ↩︎

  21. Ibid. ↩︎

  22. Ibid. ↩︎

  23. Ibid. ↩︎

  24. Ibid. ↩︎

  25. Elena G. de White, “Christmas Address”. ↩︎

  26. Ibid. ↩︎

  27. Elena G. de White, Manuscrito 24, 1889 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 25 de Diciembre de 1889) ↩︎

  28. Arthur L. White, Elena de White: Mujer de visión (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003), 211. ↩︎

  29. Ibid., 140. ↩︎

  30. Ibid., 289. ↩︎

  31. HC, 438. ↩︎

  32. Ibid. ↩︎

  33. Arthur L. White, Elena G. de White en Europa (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1979), 288. ↩︎

  34. Elena G. de White, “Holiday Gifts”, RH, 26 de diciembre, 1882. ↩︎

  35. Elena G. de White, “Notes of Travel”, RH, 29 de enero, 1884. ↩︎

  36. Elena G. de White, “Christmas is Coming”, RH, 9 de diciembre, 1884. ↩︎

  37. Elena G. de White, “Christmas Gifts for Christ”, 8 de diciembre, 1887. ↩︎

Respuesta a preguntas sobre la Marca de la Bestia y los Eventos del Tiempo del Fin


El Instituto de Investigación Bíblica ha recibido varias preguntas sobre la posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día acerca de la marca de la bestia y su relación con la observancia del domingo, las profecías bíblicas condicionales y las declaraciones sobre estos temas en los escritos de Elena G. de White.

1. Dado que ni el sábado ni el domingo se mencionan de manera explícita en el libro de Apocalipsis, ¿cómo puede la marca de la bestia interpretarse como un día de adoración o una ley que exija la observancia del domingo?

La marca de la bestia es mencionada siete veces en el Apocalipsis (13:16, 17; 14:9, 11; 16:2; 19:20; 20:4). Aparece cuatro veces en la visión central del libro (caps. 12–14), que es introducida por una visión del arca del pacto que contiene los diez mandamientos (Ap. 11:19). El pueblo remanente de Dios es identificado como quienes “guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (12:17). Inmediatamente después de esto, Juan describe a dos bestias que persiguen a la iglesia de Dios: “una bestia que sube del mar” (13:1) y “otra bestia que sube de la tierra” (13:11). La primera bestia ordena la adoración falsa y su actividad persecutoria se asemeja a la del “cuerno pequeño” de Daniel 7 que “pretende cambiar los tiempos y la ley” (Dn. 7:27) y persigue al pueblo de Dios durante 1260 días (Ap. 13:4, 8). La conexión con la profecía de Daniel muestra que la falsa adoración implica un intento de cambiar los “tiempos” de Dios y su ley de los diez mandamientos. El único mandamiento de los diez que trata acerca de tiempo es el cuarto: santificar el séptimo día sábado. Históricamente, el intento de cambiar el día de adoración ha sido perpetrado por el papado de Roma que venera el domingo como el día de reposo en lugar del sábado bíblico. El hecho de que la segunda bestia de Apocalipsis 13, que representa el protestantismo apóstata, ejerza la misma autoridad que la primera bestia (v. 12) y coopere con la primera bestia para imponer la falsa adoración, muestra que el domingo será una importante marca distintiva de los que adoren a la bestia y a su imagen en contraste con el pueblo remanente de Dios que “guarda los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (12:14). La obediencia de este pueblo se ve en que santifica el séptimo día porque escuchan al llamamiento a “adorar al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (14:7, cf. Ex. 20:11). Ellos recibirán el sello de Dios (Ap. 7:4; 14:1), mientras que los que rechacen este llamamiento y reverencien el domingo como, la marca de autoridad de la bestia, son descritos como parte de Babilonia y reciben la marca de la bestia (14:8-11). La prueba final, entonces, será sobre la adoración verdadera, que esté basada en la obediencia a la ley de Dios, lo que incluye el sábado, o una falsa donde se venera un día establecido por el hombre: el domingo.

2. ¿Cuál es el número de la bestia y cómo se relacionado con la marca de la bestia?

En la Biblia, el número de la bestia aparece en Apocalipsis 13:17-18. Allí se dice: “y que ninguno pudiera comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, pues es número de hombre [anthrōpou = de un ser humano]. Y su número es 666”.

La Iglesia Adventista del Séptimo día no tiene una posición oficial sobre esta cuestión, aunque hay dos posiciones mayoritarias entre nosotros sobre el número de la bestia, el 666 de Apocalipsis 13:17-18.[1] Algunos interpretan este número como una referencia críptica al título papal en latín Vicarius Filii Dei, pero el texto no nos dice que el 666 sea la suma del resultado numérico de las letras de título de este tipo. Otros lo ven como un triple seis que indica a una trinidad satánica basándose en la idea de que la frase “es número de hombre” (Ap. 13:18) podría traducirse como “es el número de la humanidad”, es decir, de los seres humanos alejados de Dios. Este número (un seis usado tres veces) simbolizaría la intensa rebelión contra Dios y la total independencia del ser humano. En el texto en griego, sin embargo, literalmente dice 600 + 60 + 6, no tres seis o un triple seis. Reconociendo esto, muchos adventistas continúan interpretando el número de la bestia como el título Vicarius Filii Dei, e investigaciones recientes han proporcionado buenas evidencias históricas para conectar el 666 con ese título papal. En cualquier caso, hay muchas evidencias del texto y de la historia para identificar a la primera bestia de Apocalipsis 13 con el papado, independientemente de cómo se interprete el número 666.

3. En la Biblia hay profecías condicionales e incondicionales. ¿cómo podrían entenderse los escritos de Elena G. de White en base a esto? ¿Puede una interpretación ser condicional si la profecía apocalíptica es incondicional?

Las profecías clásicas del Antiguo Testamento se centran primordialmente en la época y el contexto histórico del profeta, aunque también pueden incluir una perspectiva más amplia y cósmica que llega hasta el “día del Señor” del fin de los tiempos (véase, e.g., Is. 2:12; 13:9; Joel 2:21). Las profecías clásicas, como estaban en un contexto pactual entre Dios con Israel, contienen elementos condicionales cuyo cumplimiento dependía de la respuesta de Israel (véase Deu. 28). Al igual que los profetas canónicos, los testimonios de Elena G. de White relacionados a individuos e instituciones pueden tener solo una aplicación local y condicional, ya que su cumplimiento dependía a menudo de la respuesta o decisión de los implicados. No obstante, al igual que las Escrituras, los principios subyacentes son de aplicación continua. Por otro lado, las descripciones de Elena G. de White sobre el tiempo del fin deben entenderse en un contexto escatológico fundamentado en la profecía apocalíptica de la Biblia así como en las visiones que ella misma recibió de Dios. Estos mensajes proféticos explican la profecía apocalíptica, que por su propia naturaleza es incondicional, y se enfoca en la resolución del gran conflicto. Ya que los mensajes proféticos de Elena G. de White reflejan el contexto del tiempo del fin y no el contexto local de la época en que se escribieron, deben ser entendidos como profecías incondicionales, igual a las profecías apocalípticas de Daniel y Apocalipsis que fundamentan la perspectiva profética de Elena G. de White.

4. ¿Cambió Elena G. de White su posición sobre el papado y el protestantismo en relación con la marca de la bestia con el paso del tiempo?

No hay ningún cambio real en las declaraciones de Elena G. de White sobre el papado, el protestantismo y la imposición de la marca de la bestia. Para entender sus declaraciones posteriores, es útil observar las anteriores. La primera declaración de Elena G. de White acerca de los católicos y los protestantes como poderes perseguidores proviene de 1850 donde, basándose en Apocalipsis 13 y 17, el papado es descrito como “la madre de las rameras” y a los protestantes como “sus hijas” y también como “la bestia de dos cuernos”. Se describen varias fases de persecución: 1) el “día… pasado” del papado se refiere a los 1.260 años de años de supremacía papal en los que se persiguió al pueblo de Dios; 2) los protestantes, en armonía con el mensaje del segundo ángel (Ap. 14:8), también comenzarían a perseguir al pueblo de Dios. Es evidente que Elena G. de White no consideró que la obra de persecución papal haya terminado. Esto se observa en sus declaraciones posteriores donde se señala fases adicionales de persecución: 3) las iglesias protestantes, junto con la Iglesia Católica, estarán en contra de los que “guardan el sábado y no consideran el domingo como día de reposo”, y 4) la Iglesia Católica prestará su influencia a los protestantes en los Estados Unidos con el objetivo de destruir al remanente de Dios.[2] Claramente, de acuerdo con Elena G. de White, los católicos y los protestantes se unirán durante un período considerable de tiempo para perseguir al pueblo de Dios.

La siguiente declaración importante sobre este asunto, publicada en 1884, desarrolla la declaración inicial de 1850. Además, aclara que el enfoque en lo pasado con respecto al tiempo del papado se da para mostrar que el mensaje del segundo ángel (“Ha caído, ha caído Babilonia” [Ap. 14:8]) se refiere específicamente al protestantismo apóstata: “La Palabra de Dios nos enseña que estas escenas [de persecución durante el período de supremacía papal] han de repetirse cuando los católicos romanos y los protestantes se unan para exaltar el domingo”.[3]

En conclusión, la posición de Elena G. de White acerca del papado y su observancia del domingo permanece consistentemente. Las declaraciones posteriores, incluyendo aquellas que se encuentran en las diversas ediciones de El conflicto de los siglos, son una ampliación de su primera declaración y no un cambio de posición. Por ejemplo, en 1900 ella escribió: “Cuando llegue la prueba, se manifestará claramente qué es la marca de la bestia: es la observancia del domingo”.[4]

5. ¿Los adventistas del séptimo día siguen afirmando el escenario del tiempo del fin que se encuentra en los escritos de Elena G. de White?

En armonía con la referencia al testimonio de Jesús que aparece final de la historia del mundo (Ap. 12:17), los adventistas reconocen a Elena G. de White como mensajera del Señor y continúan afirmando que sus escritos han sido otorgados a la iglesia remanente como una guía inspirada para los últimos días, y que son especialmente útiles para entender las profecías bíblicas relacionadas a los acontecimientos finales. Como se puede observar en las respuestas a las preguntas que se están respondiendo en este documento, creemos que las interpretaciones de Elena G. de White sobre las profecías son sólidas y siguen siendo relevantes e instructivas para la iglesia.

6. ¿Es la interpretación adventista de Apocalipsis 13 anticatólica?

Elena G. de White reconoce que los hijos de Dios están presentes en todas las denominaciones, incluso en la Iglesia Católica. En el párrafo 4 del Manuscrito 14 de 1887, se lee: “No debemos crear prejuicios en sus mentes [de los católicos] en forma innecesaria, llevando a cabo una campaña contra ellos… Por lo que el Señor me ha mostrado, sé que se salvará un gran número de entre los católicos”. En otro lado, ella dice: “Entre los católicos hay cristianos concienzudos que andan en la luz que brilla sobre ellos, y Dios obrará en su favor”. Con estas declaraciones es evidente que Elena G. de White no era en lo absoluto anticatólica. Asimismo, cabe señalar que ella se posicionó en la misma dirección de la Reforma Protestante. Es decir, ella consideraba que el sistema doctrinal católico, como la misa y otros sacramentos, era incoherente con la fe de Cristo y el principio de Sola Scriptura. Además, entendió que la estructura de autoridad de la Iglesia Católica se opone directamente a la Biblia y su autoridad. Por lo tanto, la interpretación de Elena G. de White sobre Apocalipsis 13 es coherente con la teología adventista y con la interpretación historicista de las profecías de Daniel y Apocalipsis.

7. Alguna vez han conjeturado que la Biblia y Elena G. de White realmente no apoyan la interpretación adventista según la cual la adoración en sábado frente a la del domingo será un problema en los últimos tiempos. ¿Existen pruebas recientes que apoyen la interpretación adventista?

En primer lugar, debemos ser muy cautelosos al estudiar las profecías bíblicas no cumplidas y debemos resistir la tentación de interpretar las Escrituras a través de la perspectiva de los últimos titulares de las noticias. Debemos seguir principios sólidos de interpretación bíblica al interpretar la Escritura y prestar especial atención al texto bíblico.[5] La sugerencia de que las declaraciones de Elena G. de White acerca de la Iglesia Católica no reflejan la realidad después del Concilio Vaticano II, es decir, que estas declaraciones estaban condicionadas por las circunstancias del tiempo de Elena G. de White y, por lo tanto, no podrían ser aplicadas a nuestro contexto y situación actual, requiere un examen más profundo.

Aunque el Concilio Vaticano II ha proporcionado una mayor apertura de la Iglesia Católica hacia otros grupos religiosos,[6] no se ha producido ningún cambio en su doctrina, lo que incluye la posición sobre la importancia de santificar el domingo como día de adoración. De hecho, la interpretación adventista de las profecías de Daniel y Apocalipsis, además de las declaraciones de Elena G. de White sobre este asunto, parecen cada vez más convincentes. Por ejemplo, el papa Juan Pablo II, en su carta apostólica Dies Domini, sección 67, afirma que “es natural que los cristianos procuren que, incluso en las circunstancias especiales de nuestro tiempo, la legislación civil tenga en cuenta su deber de santificar el domingo”, y añade que los cristianos se abstendrán “de trabajos y asuntos incompatibles con la santificación del día del Señor”.[7]

Más recientemente, el papa Francisco I ha afirmado lo siguiente en la sección 13 de su carta encíclica Laudato Si, “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”. Este desarrollo, según el papa Francisco, incluye la restauración de la vida espiritual teniendo como centro la Eucaristía y el domingo como día universal para descansar y así experimentar esa restauración. La importancia de la santificación del domingo y la obligación de participar en la misa dominical también se destacan en el catecismo católico: “Cada cristiano debe evitar imponer sin necesidad a otro lo que le impediría guardar el día del Señor. […] A pesar de las presiones económicas, los poderes públicos deben asegurarles a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino. Los patrones tienen una obligación análoga con respecto a sus empleados” (sec. 2187).[8]

El papel unificador del domingo es reconocido también por los líderes ortodoxos. En un número de la revista Sunday Magazine (2015), el reverendo ortodoxo, Dr. Demetrio E. Tonias, describió al “domingo como la marca de la unión cristiana” (pp. 6-7). Por lo tanto, no es de extrañar que los políticos promuevan algunas de estas ideas e incluso hayan pedido la asistencia obligatoria a la iglesia en domingo además de decretar leyes dominicales más estrictas. Y esto no se lleva a cabo solo en Estados Unidos. La poderosa Alianza Europea por el Domingo está impulsando leyes dominicales más severas en los países de la Unión Europea.[9]Aunque estos acontecimientos son señales de los tiempos del fin y merecen nuestra cuidadosa atención, puede que no sean el cumplimiento final del escenario del tiempo del fin que se encuentra en las Escrituras y en los escritos de Elena G. de White. Sin embargo, ciertamente proporcionan un marco en el que esas cuestiones pueden tener lugar de forma creíble en un tiempo relativamente corto.

Conclusión

Como adventistas, nuestra misión es predicar el evangelio eterno al mundo, el cual se centra en el sacrificio de Cristo en la cruz, el don gratuito de su justicia y su ministerio de intercesión y de juicio en el santuario celestial. Nuestra especial tarea en los últimos tiempos se enfoca en la proclamación de los mensajes de los tres ángeles con el objetivo de preparar a las personas para el pronto regreso de Cristo. Una parte esencial de estos mensajes es nuestra comprensión profética de los acontecimientos de los últimos días. Aunque no debemos enfrascarnos en especulaciones que nos distraigan de nuestra misión, los acontecimientos actuales tienden a confirmar nuestra comprensión. Estamos convencidos de que los mensajes proféticos de Dios, tal como se revelan en la Biblia y en los escritos de Elena G. de White, son correctos y proporcionan un escenario cada vez más convincente a medida que nos acercamos a los acontecimientos finales que han sido revelados divinamente, aunque no podamos determinar con exactitud cuán pronto sucederán esos acontecimientos. Nuestro objetivo debe seguir siendo la misión de la iglesia, el fortalecimiento de la familia, la participación en las actividades de evangelización y reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas.

A medida que la historia del mundo avance y sigamos estudiando las profecías bíblicas en busca de orientación, especialmente las de Daniel y Apocalipsis, nuestra comprensión de los acontecimientos de los últimos días será más clara. Los escritos de Elena G. de White son también un recurso importante que arrojan luz sobre estas profecías.

Autor: Instituto de Investigación Bíblica | © Biblical Research Institute of the General Conference of the Seventh-day Adventists | Traducido por Eric Richter para DA

Referencias


  1. Para un análisis detallado de lo que significa el 666, incluyendo una perspectiva bastante completa de las diversas interpretaciones a lo largo de la historia, véase Edwin de Kock, “The Number of the Beast”, en la Encyclopedia of Seventh-day Adventists, https://encyclopedia.adventist.org/article?id=5FP8 (consultado el 22 de mayo de 2021). De este documento se ha extraído gran parte del presente material. ↩︎

  2. Elena G. de White, Manuscrito 15 de 1850, párr. 5-7. https://m.egwwritings.org/en/book/2893.1#10 (consultado el 24 de junio de 2021). ↩︎

  3. Elena G. de White, The Spirit of Prophecy, vol. 4, p. 233, https://m.egwwritings.org/en/book/ 140.913#913 (consultado el 24 de junio de 2021), 396,; https://m.egwwritings.org/en/book/140.1513#1513 (consultado el 24 de junio de 2021). Para una explicación bíblica más detallada de estas afirmaciones, véase el “Apéndice”, n. 8 (ibid., 501-504), https://m.egwwritings.org/en/book/140.1968#1968 (consultado el 24 de junio de 2021). ↩︎

  4. Elena G. de White, Last Day Events, 224, https://m.egwwritings.org/en/book/39.1390#1458(consultado el 24 de junio de 2021). ↩︎

  5. Véanse los capítulos en Frank M. Hasel, ed., Biblical Hermeneutics: An Adventist Approach (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute/Review & Herald Academic, 2020). ↩︎

  6. Para un análisis histórico y teológico cuidadoso y bien documentado de la evolución reciente de la Iglesia Católica Romana, véanse los dos artículos de Hans Heinz, “Roman Catholicism: Continuity and Change”, Reflections: The BRI Newsletter 59 (julio de 2017): 1-11; Hans Heinz, “The Roman Catholic Church – Continuity and Change: The Pontificate of John Paul II, Benedict XVI, and Francis”, Reflections: The BRI Newsletter 64 (octubre de 2018): 1-7. ↩︎

  7. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_letters/1998/documents/hf_jp-ii_apl_05071998_dies-domini.html (consultado el 22 de junio de 2021). ↩︎

  8. Catecismo de la Iglesia Católica, sección 2187. Véase también las secciones 2176, 2177, 2182 y 2184. ↩︎

  9. http://www.europeansundayalliance.eu/site/home (consultado el 22 de junio de 2021). Según su autodescripción, “la Alianza Europea por el Domingo [o descanso dominical] es una red de organizaciones ‘ad hoc’, sindicatos, comunidades religiosas y asociaciones civiles empeñadas en difundir la sincronización del tiempo libre como valor fundamental para la sociedad europea. El domingo y, en general, los horarios de trabajo decentes, son el centro de nuestras campañas”. A la Alianza Europea por el Domingo están asociadas unas 83 organizaciones de toda Europa, así como 25 organizaciones de apoyo. Sobre la creciente influencia del papado en Europa, véase Giuliana Chamedes, A Twentieth-Century Crusade: The Vatican’s Battle to Remake Christian Europe (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2019). ↩︎

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