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viernes, 3 de abril de 2020

Serie AMOR ESCRITO CON SANGRE / Sermones de Semana Santa 2020 - Videos


Semana Santa 2020 está por iniciar y ponemos a disposición los sermones para cada noche. Son sermones en base al tema de las siete fiestas judías, en el contexto del Santuario. Una bendición poder presentar la Palabra de Dios.

Tema 1: AMOR ESCRITO CON SANGRE

Tema 2: CRISTO, NUESTRO SUSTITUTO

Tema 3: CRISTO, NUESTRO RESCATE

Tema 4: CRISTO, NUESTRA GARANTÍA

Tema 5: CRISTO, NUESTRA ESPERANZA

Tema 6: CRISTO, NUESTRO ABOGADO

Tema 7: CRISTO, NUESTRO JUEZ

Tema 8: CRISTO, NUESTRO REY


Puedes descargar los sermones en pdf ->


martes, 22 de octubre de 2013

¿Qué sucedió el 22 de Octubre de 1844?


Un día como hoy 22 de Octubre, pero de 1844, sucedió lo que se conoce como “El Gran Chasco”. Muchos cristianos de esa época, que incluía a bautistas, presbiterianos, metodistas, luteranos, anglicanos, episcopales, congregacionalistas y discípulos de Cristo , creían en el segundo advenimiento, y pensaron que ese día Jesús regresaría a la tierra para buscar a sus hijos. Pero Jesús no llegó. Con el aliento casi suspendido, los adventistas (creyentes en el segundo advenimiento de Jesús) de diferentes deno
minaciones (Vale la pena aclarar que no nos referimos aquí a los Adventistas como Iglesia, pues todavía no existía como organización, ésta sucedió hasta 1863), “…no menos de 50,000 y probablemente cerca de los 100,000 esparcidos a lo largo de la sección noreste de Norteamérica, se levantaron para saludar aquel día memorable, el martes 22 de Octubre de 1844. Las horas de la mañana pasaron lentamente. Llegó el medio día y luego la tarde. Finalmente las tinieblas descendieron sobre la tierra y cayó la noche. Jesús no había venido. Pero todavía tenían esperanza, porque 22 de Octubre lo seguiría siendo hasta la medianoche. Finalmente llegó esa hora, y Jesús no vino” Hiram Edson, uno de los que esperaba que Jesús regresara en esa ocasión, describió su experiencia en estas palabras:
“Hasta que el reloj tocó las doce campanadas a medianoche. Entonces nuestro chasco se convirtió en una certeza…Nuestras más caras esperanzas y expectativas quedaron destrozadas, y se apoderó de nosotros un ansia de llorar como yo nunca había experimentado antes. Parecía que la pérdida de todos los amigos terrenales no podía compararse (a ese dolor). Lloramos y lloramos, hasta que amaneció.”

¡Qué dramática experiencia! ¿No? ¿Se imaginan cómo se habrán sentido? ¿Cómo enfrentar la vida? ¿Cómo enfrentar a sus vecinos, amigos, familiares y críticos? Ellos, que tanto estuvieron exhortando a los demás a creer y tomar una decisión por Cristo; ahora se encuentran con las manos vacías y “Sin Cristo” (aparentemente).

¿Cómo llegaron a la conclusión, los creyentes en el segundo advenimiento de aquel tiempo, que Jesús regresaría a la tierra el 22 de Octubre de 1844?
La profecía que parecía revelar con mayor claridad el tiempo del segundo advenimiento, era la de Daniel 8:14:”Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces el Santuario será purificado” (NRV-2000). Siguiendo el principio de que la Biblia fuera su propio intérprete, Miller, el pregonero del advenimiento, llegó a saber que un día en la profecía simbólica representa un año (Núm. 14:34; Ez. 4:6); vio que el período de los 2,300 días proféticos representaban años literales, y que se extendía mucho más allá de la era judaica y por lo tanto no podía referirse al Santuario de aquel entorno y época. Miller aceptaba la creencia general de que durante la era cristiana la tierra era el santuario y dedujo por consiguiente que la expresión: “el Santuario será purificado” de Daniel 8:14, representaba la purificación de la tierra. ¿Cómo se purifican las cosas incluyendo nuestro planeta? por el fuego, y ¿Cuándo sucederá eso? Pues en ocasión de la segunda venida de Cristo (Parafraseado).
Miller llegó a la conclusión de que si podía encontrar el punto de partida de los 2,300 días o años, sería fácil fijar el tiempo del segundo advenimiento de Cristo a la tierra.
Siguió escudriñando las Escrituras con mayor empeño que nunca pero no encontró en Daniel 8 la respuesta a su interrogante. Sin embargo descubrió que en la revelación del ángel a Daniel del capítulo 8 había algo que había quedado inconcluso y que Daniel mismo no había podido comprender de la visión por lo que había quedado “sin fuerzas” y “enfermo algunos días” (Dan. 8: 26,27). Entonces fue al capítulo 9 de Daniel y encontró que el ángel Gabriel vuelve a Daniel para darle la explicación de la visión de los 2,300 días o años del capítulo anterior (es decir, del cap. 8) que no había comprendido. El ángel le dice a Daniel: “Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión (se refiere a la visión del capítulo 8 de los 2,300 días)” (esto lo encontramos en Dan. 9:22-23).
El ángel le dice a Daniel: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad…sabe pues y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; tornaráse a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y no por sí…Y en otra semana confirmará el pacto a muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda” (Dan. 9: 24-27).
La palabra traducida aquí por “determinadas”, significa literalmente “Descontadas” o “cortadas”. El ángel declara que las 70 semanas o 490 años, debían ser descontadas por pertenecer especialmente a los judíos. Pero, ¿descontadas de qué o de dónde? Miller comprendió que el único punto de referencia eran los 2,300 días o años de Daniel 8:14; por lo tanto las 70 semanas deben ser descontadas de los 2,300 días o años y que ambos períodos deben comenzar juntos. El ángel le había declarado a Daniel que las 70 semanas debían comenzar a contarse desde el momento en que se diera el edicto para reedificar a Jerusalén; por lo tanto concluyó que si se podía fechar el inicio de ese edicto, sería fácil llegar al fin de las 70 semanas y por consiguiente de los 2,300 días o años. Al hacerlo, se podría saber la fecha de la purificación del santuario (tierra) o segunda venida de Cristo.
Basado en Esdras 6: 14; 7: 12 – 26, encontró que de los tres intentos de decretos para la restauración de Jerusalén (Ciro, Darío y Artajerjes), el de Artajerjes fue cuando finalmente fue completado. Éste, sucedió en el otoño del 457 a.C. Por lo tanto, tomando esa fecha de partida, las 70 semanas o 490 años llevan al otoño del año 34 d.C.

Veamos las cuentas: 
2, 300 días = realmente son = 2 300 años.

Las 70 semanas en realidad son = 490 años. (1 semana tiene 7 días y si lo multiplicamos por las 70 semanas: 7 X 70 = 490)

Estos 490 años estaban cortados o descontados de la profecía mayor, es decir los 2, 300 años, por lo tanto lo que Miller hizo fue: Partiendo del año 457 a.C. sumó 490 años (de las 70 semanas) le llevaron al año 33 d.C.

    457 a. C.           2 300años             año 33 d.C.
+ 490 años             - 490 años           + 1810 años
  = 33 d. C. año     1,810 año                1843 d.C.


Al descontar los 490 años (de las 70 semanas) de la profecía mayor, (la de los 2,300 días o años) quedaban 1,810 años. Al seguir contando, partiendo del año 33, los 1,810 años le llevaron a 1843. Por lo tanto Miller concluyó que Jesús purificaría la tierra en otoño de 1843. Cuando la fecha pasó, Miller expresó su decepción de que Cristo no había venido, pero instó a los creyentes a seguir aguardando la pronta venida del Señor. En Febrero de 1844 un grupo de predicadores adventistas, que no incluía a Miller, concluyó que la profecía no terminaría sino hasta el otoño de 1844. Llegaron a esa conclusión porque notaron que Miller había contado el año cero; es decir, en la era antes de Cristo, los años se contaban de manera decreciente: 5, 4, 3, 2, 1 a.C. al pasar a la era cristiana Miller contó un año cero y luego continuó 1, 2, 3, 4, 5 d.C. por eso le llevó al año 1843. Pero el grupo de adventistas pasaron del año 1 a.C. al año 1 d.C. y los llevó al año 1844.

    457 a. C.            2 300años            año 34 d.C.
+ 490 años          - 490 años          + 1810 años
  = 34 d. C. año    1,810 año               1844 d.C.

El 22 de Octubre se calculó sobre la base de la fecha para el día de expiación judío, en el séptimo mes del calendario judío Karaíta. La fecha del 22 de Octubre se aceptó lentamente; Miller mismo decidió que el 22 de Octubre de 1844 era la fecha correcta apenas dos semanas antes del día decisivo.
Hacia una comprensión más completa del Ministerio de Cristo
El cálculo había sido correcto, la profecía era clara y el cómputo exacto; ¿Cuál pues había sido el error? el problema fue en la interpretación de qué significaba el santuario y qué acontecimiento sucedería al fin de ese período profético, es decir, qué significaba la expresión: “el santuario será purificado”.
Como resultado de la decepción pasada, muchos abandonaron el estudio de la Biblia y su fe, pero otros decidieron en oración, seguir estudiando el significado de esta profecía y el ministerio de Cristo a favor de la humanidad. Los esfuerzos fueron recompensados con una mejor comprensión del ministerio de Cristo en el santuario celestial y su decepción fue transformada en esperanza y gozo.
El 23 de Octubre de 1844, Hiram Edson y un amigo millerita decidieron animar a quienes, como ellos, se habían chasqueado. Mientras cruzaban el maizal de Edson después de orar juntos, Edson tuvo una iluminación en forma repentina. “Le pareció que una mano le tocaba el hombro. Alzó los ojos y vio, como en una visión, los cielos abiertos y a Cristo en el santuario entrando en el lugar santísimo para comenzar su ministerio de intercesión a favor de su pueblo, en vez de salir del santuario para purificar el mundo por fuego.” Los milleristas habían pensado que el Santuario que debía ser purificado (Dan. 8:14) era la iglesia en la tierra, la que sería purificada del pecado en la segunda venida de Cristo. Ahora Edson comprendió que el Santuario que debía ser purificado no estaba en la tierra sino en el cielo; el 22 de Octubre marcaba el comienzo, no el fin, del día antitípico de expiación. Jesús había entrado en el lugar santísimo del Santuario celestial para realizar una obra especial antes de venir a esta tierra. El Santuario era el cielo no la tierra.
Edson y sus amigos milleritas reexaminaron las Escrituras guiados por esta convicción. En 1845 Owen R.L. Crosier elaboró el punto de vista de Edson, articulando más tarde la posición adoptada por los Adventistas del Séptimo Día. El 22 de octubre marcó el comienzo de la purificación del Santuario celestial y la iniciación del juicio investigador previo al advenimiento; la segunda venida de Cristo a la tierra estaba en el futuro. Encontraron además que no se debía fijar ninguna fecha específica para ello.
¿Por qué debe realizarse un juicio investigador anterior al advenimiento?
Este juicio no es para beneficio de la Dios. Es primariamente para beneficio del universo, puesto que refuta las acusaciones de Satanás y provee para la creación no caída la seguridad de que Dios permitirá entrar en su reino únicamente a los que estén verdaderamente convertidos. De modo que abre los libros de registro para una inspección imparcial (Dan. 7, 9,10)
Los seres humanos pertenecen a una de estas tres clases: (1) los malvados, que rechazan la autoridad de Dios, (2) los creyentes genuinos, que confiando en los méritos de Cristo por la fe viven en obediencia a la ley de Dios, y (3) los que parecen creyentes genuinos pero no los son.
Los seres no caídos pueden distinguir fácilmente quienes pertenecen a la primera clase. Pero, ¿quién es un verdadero creyente y quién no lo es? Ambos grupos están escritos en el libro de la vida, que contiene los nombres de todos los que alguna vez han pasado a estar al servicio de Dios (Luc. 10: 20; Fil. 4: 3; Dan. 12: 1; Apoc. 21: 27). La misma iglesia contiene el trigo y la cizaña (Mat. 13: 28-30).
Los seres no caídos de la creación no son omniscientes; no pueden leer el corazón. Por eso se necesita un juicio – antes de la segunda venida de Cristo – para separar lo verdadero de lo falso y demostrar al universo interesado, la justicia de Dios que salva al creyente sincero. Requiere que se abran los libros de registro y que se revele la verdadera naturaleza de los que han profesado fe y cuyos nombres han sido entrados en el libro de la vida.
El día 22 de Octubre que se conoce como “El Gran Chasco”, aunque fue una experiencia difícil para los pioneros adventistas, en realidad fue el inicio de la comprensión de una gran noticia y esperanza: El inicio del Juicio investigador. El juicio de un Dios justo y bueno a favor de todos aquellos que han aceptado a Jesús como su Salvador. El llamado es: “Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Ap. 14: 7). El mensaje que como iglesia predicamos, tiene como centro el mensaje de los tres ángeles. Una predicación que proclama un mensaje de esperanza y amor. Mensaje que es un llamado a adorar a Dios y vivir de tal manera que podamos dar gloria a Dios con nuestro estilo de vida siempre. Mensaje que exalta una entrega diaria al Dios Triuno, creador del cielo, la tierra y todo cuanto existe.
Los adventistas aprendieron la amarga pero correcta posición no establecer fechas para la venida de Cristo, sino estar preparados siempre para su retorno. Entendieron también, que la profecía tenía que ver con el cielo y no con la tierra. Comprendieron el valor del estudio profundo y sincero de las Escrituras y la sensibilidad a escuchar y obedecer las indicaciones de Dios. ¡Que podamos nosotros también aprender lo mismo!

jueves, 3 de octubre de 2013

¿Qué está haciendo Jesús ahora?


¿Qué estás haciendo, papá? Es la pregunta que muchas veces he escuchado de labios de mis hijos. Incluso mi hijo Gabriel, que ya es una persona adulta, cuando me llama por teléfono me hace la misma pregunta. Pareciera que hay un gran interés de parte de nuestros seres queridos en saber qué estamos haciendo. Cuando estoy de viaje y converso con mi esposa, una de las preguntas que nos hacemos el uno al otro es: “¿Qué estás haciendo, mi amor?”
De igual manera, todo buen cristiano desea saber lo que está haciendo Jesús en el cielo. La mayoría de los cristianos están familiarizados con el Jesús histórico. El Jesús del pasado. Aquel que, como dice la Santa Biblia, vino en el preciso momento, en el cumplimiento del tiempo (Gálatas 4:4). Muchos conocen al Jesús de Galilea, el que nació en Belén de Judea y fue sometido a escarnios y finalmente crucificado. La mayoría de los cristianos sabemos que ese Jesús que nació en Belén y que murió en el Gólgota no quedó en la tumba, sino que resucitó y subió al cielo y se sentó a la diestra de Dios el Padre (S. Marcos 16:19). Muchos saben lo que Jesús hizo. Pero, se ha hecho usted la pregunta: ¿Qué está haciendo ahora Jesús en el cielo? Afortunadamente no necesitamos conjeturar respecto a esta pregunta. La Biblia no nos ha dejado a oscuras en cuanto a la obra de Jesús en la tierra . . . y tampoco en cuanto a la obra que hoy está haciendo en el cielo. La Biblia es muy clara cuando describe el ministerio de Jesús después de su ascensión al cielo (Hebreos 4:14-16).
Las Sagradas Escrituras enfatizan dos aspectos principales del ministerio de Cristo en favor de usted y de mí: Su sacrificio expiatorio y sustitutivo por nuestros pecados en la cruz del Calvario y su obra intercesora en el Santuario celestial. La Biblia usa el simbolismo del Santuario terrenal para presentar la naturaleza del ministerio de Jesús en la tierra y en el cielo. En el Santuario terrenal todo el plan de la salvación estaba expresado en forma de símbolos y tipos. Por eso, el tema de la obra de Cristo en el Santuario celestial merece suma atención. Todo estudiante serio de la Biblia descubrirá en el estudio del santuario no solo el sacrificio de Jesús en forma de símbolos, sino también su ministerio sacerdotal en el Santuario celestial. Todo cristiano que ama a Jesús se interesará en conocer estos aspectos tan vitales del plan de la redención.

“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”.

¿Porqué un santuario en la tierra? ¿Cuál era el propósito de Dios cuando le pidió a Moisés que hiciera un santuario? "Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos" (Éxodo 25:8). Desde la caída del hombre y su subsiguiente expulsión del Edén (Génesis 3:23), Dios ha estado tratando de restaurar la relación perfecta que existía entre los seres humanos y su Creador. Esta hermosa armonía fue rota por causa del pecado (Isaías 59:2). El pecado hizo separación entre Dios y sus hijos, a tal punto que Dios tuvo que echar a Adán y a Eva fuera del jardín en el cual ellos se encontraban diariamente con él. El plan de salvación de la raza humana fue puesto en marcha en la creación del mundo (Efesios 1:4). La promesa de la victoria fue hecha en Génesis 3:15: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya”. Esta victoriosa declaración es reconocida por muchos teólogos como un anuncio evangélico, o sea, la primera buena noticia de la salvación: La promesa de que la semilla de la mujer [Jesús] derrotaría a la serpiente [Satanás]. Dios enviaría a un hombre, Jesucristo, para salvar a muchos (S. Juan 3:15-16). La Biblia dice que todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Sin Dios, estamos completamente perdidos. De hecho, lo que hace que una persona se aparte de Dios es el pecado. Tan pronto como Adán y Eva pecaron, se apartaron de Dios. Pero Dios nunca se apartó de ellos. Incansablemente los buscó hasta que los encontró (Génesis 3:8-9). Eso mismo hace Dios diariamente con usted. Pues si bien es cierto que Jesús está en el cielo, él nos prometió su presencia por medio de su Espíritu Santo (S. Mateo 28:20).

El pecado causa muerte

La gran tragedia del pecado es que además de alejar al ser humano de su Dios, trae consigo la muerte. La Biblia dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Y por supuesto, la misma separación del hombre de Dios, quien es la fuente de la vida, trae como resultado la muerte. Una de las lecciones más importantes del santuario es precisamente mostrar a los seres humanos que el pecado significa muerte.

El propósito del santuario

El santuario o templo de Dios en la tierra era el símbolo de la presencia divina. Era por así decirlo la morada terrenal del Dios Altísimo. Por medio del santuario, Dios mostró dos aspectos de su naturaleza trascendente: En primer lugar, su deseo de habitar en medio de su pueblo (“y habitaré en medio de ellos”); y en segundo lugar, su lejanía. Porque el Dios Altísimo, el gran arquitecto del universo, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, no puede ser contenido entre las paredes de un templo. La trascendencia de Dios se muestra tanto en el hecho de que Dios habita en la eternidad, como también en el hecho de que trasciende, que puede habitar en el espacio y en el tiempo del hombre.
En la Biblia se mencionan varios templos. Sin embargo, el propósito principal del templo es para que sea la morada de Dios entre su pueblo. Este concepto de por sí ya tiene implicaciones salvíficas, pues en la encarnación de Jesús, Dios, por así decirlo, puso su tienda entre los hombres.
La Bíblia dice: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (S. Mateo 1:23). El nacimiento de Cristo significaba lo mismo que el santuario: Dios con nosotros. La divinidad está velada en la humanidad de Cristo. En su gran amor para con el ser humano, Dios se hace presente en medio de su pueblo. Juan lo presenta en una forma aun más clara: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (S. Juan 1:14; la letra cursiva es nuestra). La palabra griega de la cual se traduce “habitó” significa literalmentetabernaculó con nosotros. O sea, la misma palabra que se utiliza para “tabernáculo”, significa habitar. El Verbo, la Palabra, el Dios eterno, puso su habitación con los hombres. Éste es realmente el gran misterio de la piedad. ¿No es este un pensamiento maravilloso, que el Dios omnipotente creador del cielo y de la tierra quiera morar con nosotros?

Los servicios del santuario

Para saber lo que Jesús está haciendo ahora, es importante estudiar la obra que se realizaba en el Santuario terrenal. En el santuario de Israel se celebraban sacrificios diarios y anuales. “Los sacrificios eran el centro del santuario”.1 En el santuario se ofrecían sacrificios diarios por los pecados del pueblo. El penitente traía un corderito sin mancha y sin defecto delante del sacerdote. El pecador colocaba sus manos en la cabeza del animal y confesaba sus pecados. De esta manera los pecados eran transferidos del pecador al animal, que era degollado y su sangre esparcida en el altar. Todo este ritual diario apuntaba hacia el futuro, y anunciaba la obra expiatoria del Señor Jesucristo. Así como el corderito era sacrificado por los pecados del pueblo, así también Cristo fue ofrecido una sola vez por los pecados de todos nosotros. Por eso, la Biblia dice que todo esto era “sombra de los bienes venideros” (Hebreos 10:1). “Todo el sistema de sacrificios del santuario de Israel era una profecía compacta del evangelio que prefiguraba el sacrificio y el sacerdocio de Cristo, que por medio de la muerte venció al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14).2 Por eso, es de vital importancia que se entienda no solamente lo que Cristo hizo en el Calvario, su sacrificio por nuestros pecados, sino también lo que está haciendo ahora, su obra mediadora en el Santuario celestial. Estoy de acuerdo con lo que dice M. L. Andreasen: “Es bueno que los cristianos estudien el santuario y su servicio: contiene preciosas lecciones. Allí se ve a Cristo como el Gran Sumo Sacerdote, un cargo que para muchos miembros de la iglesia ha perdido su significado. Y sin embargo, la obra de Cristo como Sumo Sacerdote es la esencia misma del cristianismo, el corazón de la expiación”.3 El Santuario celestial es el lugar donde Cristo conduce su ministerio sacerdotal en nuestro favor. El sacerdocio de Cristo es un sacerdocio inmutable según dice el libro de Hebreos: “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25). Esto nos da la confianza que podemos acercarnos a él confiadamente para hallar gracia y perdón por nuestros pecados (Hebreos 4:16).

El ministerio diario

En el Santuario terrenal, los sacerdotes realizaban dos ministerios distintos: Uno era el ministerio de los sacrificios diarios en el Lugar Santo, y otro el ministerio anual en el Lugar Santísimo. El ministerio sacerdotal que se realizaba en el Lugar Santo del santuario puede ser descrito como un ministerio de intercesión, perdón, reconciliación y restauración. Era un ministerio continuo, que proveía constante acceso a Dios por medio del sacerdote. Esto simbolizaba la verdad de que el pecador arrepentido tiene acceso inmediato y constante a Dios por medio del ministerio sacerdotal de Cristo como intercesor y mediador (Efesios 2:18; Hebreos 4:14-16; 7:25; 9:24).4 También nos muestra la verdad de que nosotros no necesitamos un mediador humano entre nosotros y Dios, pues Cristo es nuestro gran sumo sacerdote y mediador. En la primera epístola del apóstol San Pablo a Timoteo leemos: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). De la misma manera en que los animales que eran sacrificados en el Santuario terrenal apuntaban a un más excelente sacrificio, el de Cristo Jesús como un cordero sin mancha y sin contaminación, así también el sacerdote que ministraba en el santuario era un símbolo del verdadero gran sumo sacerdote que ministra en el Santuario celestial por cada uno de nosotros (Hebreos 4:14-16). Cuando los hombres en la tierra toman el lugar de mediadores entre Dios y los hombres, están tomando el lugar que le corresponde a Cristo en el cielo (Hebreos 7:24-26). Él es el único mediador y no hay otro. Ningún ser humano puede servir como mediador entre Dios y los hombres. Solamente Jesús (S. Juan 14:6).

El ministerio anual

El ministerio sacerdotal que se realizaba en el Lugar Santísimo del Santuario terrenal era un ministerio de purificación. Se realizaba una vez por año, y era dirigido por el sumo sacerdote. Después de haber realizado la obra de expiación por los pecados, en representación de Cristo como mediador, el sumo sacerdote tomaba sobre sí los pecados que habían contaminado el santuario durante todo el año y los transfería al macho cabrio de Azazel, que representaba a Satanás. Éste era llevado al desierto fuera del campamento de Israel, simbolizando así la erradicación del pecado. De esta forma, el santuario quedaba purificado de toda la contaminación acumulada durante un año (Levítico 16). El día de la purificación del santuario se denominaba “día de la expiación”. Era un día de aflicción del alma, en el cual el pueblo de Dios examinaba su relación con Dios. Un día de juicio, en el que no solo el santuario debía quedar limpio, sino también el pueblo.
Entender el nacimiento, la muerte y la resurrección de Cristo es esencial para la salvación de todo ser humano. También lo es entender lo que él ha estado haciendo desde su ascensión. Ambos ministerios están caracterizados simbólicamente en el Santuario terrenal. Es cierto que la muerte de Cristo en el Calvario y su sacrificio por los pecados de la humanidad son completos y suficientes. Sin embargo, de acuerdo a la Biblia, su obra de salvación y su ministerio continúan en el cielo y en la tierra. Jesús es nuestro intercesor en el cielo. Él es nuestro sumo sacerdote y mediador de un nuevo pacto. Vive para interceder siempre por nosotros (Hebreos 7:25). Cuando Jesús termine su obra mediadora en el cielo, entonces se quitará sus vestiduras sacerdotales y se pondrá sus vestiduras de rey para venir a buscar a sus hijos (Apocalipsis 22:11-14).
Mientras Jesús realiza su ministerio purificador en el cielo, ¿desea pedirle que él también purifique su vida para tener armonía con Dios y sentir su presencia?
Por
Ramón J. Canals
1M. L. Andreasen, El Santuario y su servicio (República Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1979). p. 12.
2Ibid., p.10
3Ibid.
4Creencias de los Adventistas del Séptimo Día. Publicaciones Interamericanas (Boise: Pacific Press Publishing Association, 1988), p. 364.

FUENTE: el Centinela

martes, 5 de marzo de 2013

El Santuario: Reloj profético

En Hebreos 8:1, 2 dice que Cristo es ministro del santuario “que erigió el Señor y no el hombre.” El versículo cinco dice que el santuario del desierto servía de figura y sombra de las cosas celestiales. Una comprensión del santuario de Moisés y sus servicios debe ayudarnos a comprender la función de nuestro sumo sacerdote celestial.
 
 
El santuario de Moisés tuvo tres divisiones: atrio, lugar santo y lugar santísimo. El atrio representa la obra de Jesús en la tierra como Mesías. En 1 Juan 5:6 dice que Jesús “vino mediante agua y sangre.” Esto es una clara alusión al atrio del santuario del desierto. En el atrio había dos muebles: el altar de sacrificios, hecho de madera de acacia recubierta de bronce (Ex 37:10-16; 38:1,2) y el lavacro, hecho con los espejos de bronce de las mujeres (Ex. 38:8). El bronce nos habla de la humanidad de Jesús. En el lavacro se representa el inicio de la obra del Mesías. Jesús fue bautizado en el rio Jordán (Mt. 3:13) y derramó su sangre en el monte Calvario (Mt. 27:33). “Agua y sangre” marcan el inicio y culminación del ministerio de Jesús como Mesías en la tierra. El atrio prefiguraba la obra de Jesús en la tierra durante su primera venida.
 
El lugar santo seguía al atrio en ubicación. Allí había tres muebles: el candelabro de oro puro (Ex. 37:17), el altar de incienso hecho de madera de acacia y recubierto en oro (Ex. 37:25) y la mesa de los panes de la presencia (Ex. 25:23-30). El oro nos habla de la divinidad de Jesús. El lugar santo era el recinto de la intercesión. Desde allí el sacerdote intercedía por el pueblo ante Dios diariamente. Los sacerdotes entraban al lugar santo diariamente para “cumplir los oficios del culto” (Hebreos 9:6). El incienso se asociaba con las oraciones a Dios y el ministerio frente al altar del incienso (Ex. 30:1; Sal. 141:2; Ap. 5:8). El altar del incienso prefiguraba la intercesión de Jesús en el lugar santo del santuario celestial luego de su ascensión.
 
En Apocalipsis se presenta a Jesús ministrando en el lugar santo inmediatamente después de su ascensión (Ap. 1:12,13; 5:5-8; 8:3-5; 9:13). Bajo la sexta trompeta todavía se ubica a Cristo ministrando en el lugar santo del santuario celestial.
En el lugar santísimo había un mueble: el arca del pacto, hecha de madera de acacia recubierta de oro puro, con sus dos querubines de oro y que contenía las tablas de piedra: los diez mandamientos. (Ex. 25:10-16; 37:1-9). Mientras que en el lugar santo el altar del incienso se asociaba con intercesión, el arca del pacto con los diez mandamientos se asocia con juicio, justicia y vindicación. En este recinto solamente entraba el sumo sacerdote una vez al año, el día de la expiación (Ex. 30:10; Lv. 16:2). El servicio del día de la expiación marcaba la culminación de los servicios en el santuario. El objetivo de la purificación o vindicación del santuario se lograba ese día. El lugar santísimo prefigura la obra de juicio y vindicación realizada en el santuario de celestial por Jesús (Dn.7:26; 8:14; Heb.9:23; Ap. 19:1,2).
 
Bajo la séptima trompeta, se muestra el arca de su pacto (Ap.11:19), lo que claramente es una alusión al lugar santísimo. Ha ocurrido un movimiento de un recinto a otro. Es la mudanza que se menciona en Daniel 7:7-13 y la venida del Señor al templo en Malaquías 3:1,2.
 
El santuario es un reloj profético que nos muestra el desarrollo del proceso de la expiación desde la encarnación del Hijo de Dios, hasta la vindicación final del carácter de Dios a través de la obra de nuestro sumo sacerdote en el santuario celestial. Por lo tanto, es un error pasar por alto este orden de eventos. Aquellos que ubican a Jesús en el lugar santísimo del santuario celestial luego de su ascensión, pasan por alto el orden de los eventos prefigurados en el santuario del desierto.
 
Rafael Montesinos
Máster en Religión de la Universidad de Andrews

Fuente: MIA

 

martes, 20 de noviembre de 2012

El Santuario


       
Con referencia al santuario, Levítico 16,19 dice que el sacerdote “lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel”
¿Cómo podían contaminar el santuario los hijos de Israel siendo que al pueblo ni siquiera se le permitía entrar en sus recintos? Aunque ellos no podían entrar al santuario, los sacerdotes “llevaban” sus pecados hasta él en la sangre de los animales. El sacerdote depositaba los pecados simbolizados por la sangre “contaminada”, dentro del santuario. Una vez al año, sin embargo, los pecados acumulados eran transferidos nuevamente; pero esta vez para ser eliminados del santuario. Mediante este servicio, el santuario era “purificado”. Los pecados eran completamente desterrados del campamento, lo cual era una sombra de la manera en que Dios se propone extirpar los pecados del universo.
            “Y además de esto, [Moisés] roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales [el santuario terrenal] fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9:21-24).
 El contexto de Daniel 8:14 (“Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”) indica que puede referirse únicamente al santuario celestial y al proceso de purificación que  en él se llevaba a cabo al tiempo señalado.
¿Por qué necesitaba ser purificado el santuario celestial? A causa de nuestros pecados que habían sido llevados hasta allí. Bajo el nuevo pacto, inaugurado a la muerte de Jesús, el pecado es transferido del pecador a Jesús –primero como sacrificio (Cordero), luego como Sumo Sacerdote– y finalmente es depositado en el santuario celestial, razón por la cual éste necesita ser purificado.
No obstante, llegará el tiempo cuando Jesús dejará de ser nuestro Sumo Sacerdote que ministra en el santuario celestial. Entonces, cuando regrese por segunda vez, lo hará “sin pecado” (Hebreos 9:28). Después que el santuario es purificado y los pecados son transferidos sobre Satanás (véase más abajo), Jesús no los lleva más sobre sí, como Sumo Sacerdote. De la misma manera, en el servicio del Antiguo Testamento el sumo sacerdote tampoco llevaba los pecados sobre sí después que el santuario terrenal era purificado y aquéllos transferidos al macho cabrío emisario.
Varios pasajes del libro de Levítico se refieren al pecador que llevaba al santuario un animal para sacrificarlo con el fin de que “el sacerdote [hiciera]... expiación por su pecado”. Esta frase se repite a través de todo el libro. Las personas necesitaban expiación porque habían pecado. Mediante el sistema sacrificial se había provisto .una forma de separarlos de sus pecados y concederles el perdón. Podemos comprender que los pecadores necesitan que se haga expiación por ellos.
Sin embargo, ¿qué significa Levítico 16:15, 16? “Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario” (la cursiva es nuestra).
¿Expiación por el lugar santo? La gente peca. Las personas quebrantan la ley. La gente necesita expiación. ¿Pero un edificio? ¿Por qué un edificio, una estructura inanimada, habría de necesitar expiación?
*          “Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados” (Levítico 16:16).
¿Por qué necesita purificación el santuario? A causa de todas las transgresiones de los hijos Israel, que los sacerdotes traían a él día tras día. Los pecados eran quitados del pecador y depositados en el santuario (recuerde la ilustración del virus). Del mismo modo, como el pecado contaminaba al pecador también mancillaba el santuario cuando era depositado allí por medio de la sangre. “El hecho de que durante el Día de la Expiación el santuario fuera purificado de todos lo pecados del pueblo de Israel –escribe el erudito Ángel M. Rodríguez–, sugiere que los pecados del pueblo habían sido transferidos, mediante el sacerdote, al santuario”.
Una vez al año, en el Día de la Expiación el mismo santuario debía ser purificado. Así como la expiación que se hacía en favor de un pecador involucraba la remoción del pecado de la persona misma, también la expiación por el santuario involucraba la eliminación del pecado del edificio
El proceso del santuario contemplaba dos aspectos especiales: El ministerio en el primer departamento, que era un procedimiento diario, continuo, mediante el cual el pecado era transferido al santuario; y el ministerio en el segundo departamento, el día de la expiación, que desalojaba el pecado de allí. El Día de la Expiación -que en el pensamiento judío es el día del juicio (también conocido como el “día de las purificaciones”)– los animales eran sacrificados y su sangre llevada al santuario, como durante el ritual cotidiano Pero había diferencias cruciales entre los rituales de Día de la Expiación y los sacrificios diarios. En primer lugar, este día es especial anual la sangre era llevada al segundo departamento, el lugar santísimo, y se asperjaba delante del propiciatorio, que estaba detrás del segundo velo. Ese era el único momento del año en que se introducía la sangre hasta allí.
Una segunda diferencia, destacada tanto por eruditos adventistas como por no adventistas, surge de hecho de que en ninguna parte se menciona que durante el Día de la Expiación alguien colocara las manos sobre la cabeza del macho cabrío del sacrificio
No se hace ninguna referencia a confesión alguna de pecados sobre él.
*          “Degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados” (Levítico 16:15, 16).
En otras palabras, la sangre introducida en el lugar santísimo para hacer propiciación por el santuario no contenía pecado, como en el caso de la sangre de los sacrificios diarios. En un sentido, era “sangre limpia”. Se ha sugerido que esta “sangre limpia” recibía todos los pecados acumulados en el santuario durante el año. Volviendo a la analogía del virus, un frasco limpio y vacío (la sangre limpia) era llevado al almacén (el santuario), donde ahora se colocaba el virus (el pecado) para ser llevado afuera, “purificando” así el santuario. “Los ritos cotidianos transferían el pecado y la impureza al santuario –escribe el erudito Alberto Treiyer–, y el rito anual (Día de la Expiación) transportaba este depósito fuera del santuario”.
Como parte del ritual del Día de la Expiación, después que se había hecho la purificación del santuario mediante la sangre “limpia” del chivo sacrificado (recuerde que la expiación involucra la transferencia del pecado), un segundo macho cabrío era introducido en el servicios sumo sacerdote pondrá sus “dos manos –ensangrentadas por haber asperjado la sangre– sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por manos de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada” (Levítico 16:21, 22).
La secuencia es clara: el pecado era transferido del pecador al animal mediante la confesión y la imposición de las manos. Entonces el animal era sacrificado, y el sacerdote, mediante la sangre contaminada, depositaba el pecado en el santuario. El Día de la Expiación, el sacerdote llevaba sangre limpia al santuario, la cual recibía todos los pecados (transformándose así en sangre cargada de pecado), y entonces éstos eran colocados sobre la cabeza del macho cabrío vivo, que a su vez era enviado al desierto. Mediante este procedimiento, que comenzaba con el pecador, el pecado era conducido fuera del campamento, con la resultante purificación del santuario, el campamento y el pueblo.
Los detalles de estos ritos pueden sufrir mucha elaboración (y especulación). Lo que más debe interesarnos aquí es la transferencia del pecado. En el servicio del santuario, el pecado no se desvanecía simplemente. No era sólo cuestión de que fuese perdonado y luego olvidado. En lugar de ello, el Señor desarrolló un elaborado ritual, simbólico del procedimiento mediante el cual el pecado es realmente eliminado.
*          “Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la víctima ofrecida, y por la sangre de ésta se transferían figurativa-mente al santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo, y transferidos, de hecho, al santuario celestial. Y así como la purificación típica de lo terrenal se efectuaba quitando los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el cielo”.
La purificación del pecado en el templo terrenal no era sino una ilustración de la purificación del pecado en el santuario celestial: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” (Daniel 8, 13). “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales [el santuario celestial] fuesen purificadas así” (Hebreos 9:23). En el santuario terrenal, esta purificación era simbolizada mediante la remoción del pecado; en el celestial, el registro de los pecados será borrado. “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19). Los resultados, ya sea en símbolo (terrenal) o en realidad (el celestial) son los mismos: el santuario es purificado.
Por fin, ¿qué sucede con los pecados después que el registro de los mismos es borrado y eliminado del santuario? El pecado se deposita sobre el macho cabrío emisario quien, en el pensamiento judaico, representa al jefe de los ángeles rebeldes. Elena de White escribió:
*          “Se vio además que, mientras que el holocausto señalaba a Cristo como sacrificio, y el sumo sacerdote representaba a Cristo como mediador, el macho cabrío simbolizaba a Satanás, autor del pecado, sobre quien serán colocados finalmente los pecados de los verdaderamente arrepentidos. Cuando el sumo sacerdote, en virtud de la sangre del holocausto, quitaba los pecados del santuario, los ponía sobre la cabeza del macho cabrío para Azazel. Cuando Cristo, en virtud de su propia sangre, quite del santuario celestial los pecados de su pueblo al fin de su ministerio, los pondrá sobre Satanás, el cual en la consumación del juicio debe cargar con la pena final. El macho cabrío era enviado lejos a un lugar desierto, para no volver jamás a la congregación de Israel. Así también Satanás será desterrado para siempre de la presencia de Dios y de su pueblo, y será aniquilado en la destrucción final del pecado y de los pecadores".
En el sistema terrenal, el pecado era transferido del pecador al animal, al sacerdote, al santuario, al sacerdote nuevamente, y por fin al macho cabrío, que a su vez era llevado al desierto “por mano de un hombre destinado para esto”. (Aunque la Biblia no lo menciona, este hombre debía encontrarse en excelente condición física para conducir al macho cabrío tan lejos del campamento que no pudiera regresar nunca: un ejemplo de cuán lejos y permanentemente el Señor se propone alejar el pecado de su pueblo). En el verdadero servicio del santuario, simbolizado por el sistema terrenal, el pecado es transferido del pecador a Jesús como Cordero, a Jesús como Sacerdote, al santuario celestial y finalmente a Satanás, quien es desterrado de la presencia del pueblo de Dios, sólo para ser erradicado definitivamente junto con el pecado y los pecadores en el juicio final.
 El Señor pudo destruir a Satanás el mismo día en que éste se rebeló. En lugar de hacerlo, y en armonía con su carácter de amor, justicia y misericordia, el Señor escogió –a un costo infinito para sí mismo– eliminar el pecado de esta forma, un paso a la vez, ante el universo observador. En el santuario terrenal había ángeles bordados en las paredes del primer departamento; dos querubines de oro habían sido colocados en el lugar santísimo, la culminación del procedimiento expiatorio: Y todo esto no era sino un símbolo del interés que el universo manifiesta en el plan de salvación. Mediante un procedimiento abierto y ordenado, que incluía su muerte, y luego su ministerio sumo-sacerdotal en un santuario físico literal, el Señor contestará para siempre todos los interrogantes acerca de la gran controversia y el origen del mal. El santuario del cielo es literal, no porque Dios necesite que así sea, sino porque las inteligencias celestiales la necesitan para ver de que manera Dios trata con el pecado. Mediante una estructura física visible, Dios permite al universo observador que vea claramente cada paso en la solución del conflicto.
“En el ritual típico –escribe Ángel M. Rodríguez, el pecado confesado por el penitente y su responsabilidad eran transferidos al santuario mediante la victima sacrificial y el sacerdote. Se puede aseverar que por el momento el santuario asumía su culpa, y el pecador era perdonado, El día de la expiación el santuario era purificado, y así la posición de Dios (en el santuario) quedaba aclarada”.
Todavía quedan por contestarse otras preguntas importantes concernientes a todo este asunto de los ritos del santuario celestial. ¿Como afecta nuestras vidas el día de la expiación celestial? ¿Que significado tiene esto para nosotros en la actualidad? El capitulo que sigue se aboca a la investigación de estos asuntos porque lo que sucede en el santuario celestial es extremadamente relevante para los que se encuentran en la tierra y cuyos pecados están registrados allá.

 Clifford Goldstein
© Desequilibrio fatal, pp. 108-116



             
Agradecimientos a Recursos de Escuela Sabática

miércoles, 18 de julio de 2012

LA PURIFICACIÓN DEL SANTUARIO EN EL TIEMPO DEL FIN: Exégesis de Daniel 8:13-14


A. Un ángel Interroga a otro ángel
Hasta el versículo 12, del capítulo 8, se observa que los símbolos zoológicos de la visión son descriptos. Luego, en el versículo 13, está la pregunta de un ángel que dice: ¿Hasta cuándo la visión, [concerniente a] la continuidad (hattamid) y la rebelión asoladora (pesha` shomem) que constituye el santuario y el ejército en un lugar de pisoteo?
Esta pregunta del ángel es de suma importancia para entender la respuesta del otro ángel. Ella requiere que se haga un análisis cuidadoso de cada una de sus partes gramaticales si es que el lector desea entenderla correctamente. Se observa que la pregunta comienza con la frase interrogativa “hasta cuándo”. Esta frase, en la Biblia Hebrea, se compone de la preposición hebrea `ad (hasta) y de la palabra interrogativa matay (cuándo). La frase `ad matay aparese 21 veces en el Antiguo Testamento y siempre que se utiliza para pedir información sobre un período de tiempo, el que hace la pregunta espera recibir su información con relación a la terminación del tiempo (Ne 2:6, Dan 12:6) y no tanto con relación a su duración. Esta es la razón por la cual `ad matay debería traducirse “hasta cuándo ” en lugar de por “cuanto tiempo,” ya que la información que el interrogador espera recibir es con relación a la terminación del tiempo y no con relación a su duración.
A la frase interrogativa “hasta cuándo” le sigue el sustantivo definido “la visión”. Este sustantivo es el objeto de la pregunta del ángel y se refiere a la visión que Daniel había visto junto al río Ulai y que aparece descripta en Daniel 8:3-12. El ángel, al hacer su pregunta, estaba interesado en saber hasta cuándo o en que momento de la historia terminarían o se cumplirían los eventos predichos en la visión que se le habían mostrado a Daniel en las márgenes del Río Ulai. Sin embargo, el ángel no estaba interesado en toda la visión, sino en la visión “hattamid” y en la “rebelión asoladora”. ¿A que se refiere el “hattamid” y la “rebelión asoladora? La frase “hattamid” en Hebreo está compuesta por el articulo definido “el” (ha) más el adverbio “continuo” (tamid). El artículo, que acompaña al adverbio “tamid,” lo define y lo convierte en un sustantivo. Por eso la frase hattamid debería traducirse “la continuidad” o “el continuo”. Este sustantivo hattamid, como ya se vió anterioremente, está relacionado con el “servicio continuo” del santuario Israelita. En otras palabras, hattamid es el rito religioso que se celebraba todas las mañanas y todas las tardes en el santuario israelita, primeramente en el desierto de Sinaí y más tarde en el templo de Jerusalén. Sin embargo, en el contexto de la pregunta del ángel, este hattamid no se refiere literalmente al servicio religioso del templo de Jerusalén, sino al ministerio redentor de Jesús en el santuario celestial, que hace posible el perdón del pecado y la adoración de Dios. Esta adoración ofrecida a Dios, aunque es diaria, tiene su clímax en el séptimo día de la semana.
Antes de continuar con nuestro análisis sería bueno notar que la frase “hattamid” (la continuidad) no puede formar una cadena constructa con la palabra visión que le antecede. Este hecho se debe a la simple razón de que la palabra “visión” está en estado absoluto y no en estado constructo. Además, el hecho de que el substantivo visión esté definido por el artículo es un impedimento para que esta palabra pueda formar una cadena constructa con hattamid. La gramática Hebrea indica que cuando dos sustantivos están juntos y el primer sustantivo tiene el articulo definido, este sustantivo no puede formar una cadena constructa con la palabra que le sigue. Siendo que el sustantivo visión está definido por el artículo y la palabra “continuidad” también lo está, sería mejor entender esta a relación sintáctica en “aposición”. Esta relación indica que el segundo término elucida o clarifica al primer término en una de las siguientes maneras: (1) designando el papel o la capacidad del primer término, (2) especificando el estado del primer término, (3) revelando una característica o cualidad del primer término o (4) especificando el material o substancia del cual el primer es hecho. A nuestro juicio, en este caso particular, “la continuidad” o segundo término especifica la substancia o tema de la cual “la visión” está compuesta. Si este análisis es correcto, entonces la pregunta del ángel debería traducirse: ¿Hasta cuándo [terminará] la visión [compuesta de] “la continuidad” y “la rebelión asoladora” que constituye el santuario y el ejército en un lugar de pisoteo?
En la pregunta del ángel, la frase “rebelión asoladora” sigue a la frase “la continuidad”. Esta frase “rebelión asoladora” está compuesta en la Biblia Hebrea por el substantivo “pesha`” y el participio “shomem”. Pesha es un tipo de pecado en el Antinguo Testamento. Literalmente significa rebelión o la ruptura de un pacto. En la pregunta del ángel debería entenderse como “la rebelión” o “el pecado” personificado que atenta contra el santuario y todo lo que en ella se encuentra (i.e. el Decálogo o el Pacto Eterno). Esta “rebelión asoladora” o “pecado asolador,” de la pregunta del ángel, es el agente que constituye “al ejército” y “al santuario” en un lugar u objeto de pisoteo. Pero, ¿A qué se refieren específicamente los términos “la rebelión asoladora,” “el ejercito” y el “santuario”? En la visión de Daniel 8, el agente destructor del santuario y el agente perseguidor del pueblo de Dios es el cuerno pequeño. De este contexto se puede deducir que “la rebelión asoladora” es lo mismo que el agente destructor del santuario y del pueblo de Dios; esto es, “el cuerno pequeño”.
El “ejército” que es pisoteado por el cuerno pequeño o “la rebelión asoladora”, como ya se vio anteriormente, se refiere a los líderes cristianos y al pueblo de Dios en general. En otras palabras, el “ejército” que sería pisoteado se refiere a las personas que sirven a Dios y están a favor del hattamid o personas que pertenecen al pueblo de Dios. Un estudio cuidadoso del término ejército, en el Antiguo Testamento, demuestra que esta palabra puede referirse a: (1) un grupo de personas que forman parte de un ejército militar, (2) un grupo de personas que sirven en el sacerdocio o ministerio del santuario israelita, (3) un grupo de personas que pertenecen a una de las tribus de Israel, etc. En base a este uso de la palabra “ejército” y al contexto en que se usa en Daniel 8:13, se puede decir que el término “ejército” de Daniel 8:13 se refiere a los ministros o líderes espirituales de la iglesia cristiana que estarían sirviendo a la causa de Dios en ese período de la historia.
El término “santuario” (qodesh, miqdash), de la pregunta del ángel, se refiere en su contexto al lugar donde el “Príncipe de los príncipes o el Príncipe del ejercito” reside y ministra; esto es, el santuario celestial. Esta conclusión tiene su apoyo en la explicación que aparese en la visión. Allí se dice claramente que el cuerno pequeño creció hasta el ejercito del cielo y se engrandeció aún hasta el Príncipe del ejército y le quitó “la continuidad” y derribó el fundamento de su santuario. Este santuario, que es derribado y pisoteado, de ninguna manera puede referirse al santuario de Jerusalén, sino al santuario del cielo. Este es el santuario donde el Príncipe de los príncipes mora y ministra a favor de los seres humanos.
En resumen, se puede decir que el ángel preguntó: ¿Hasta cuándo [terminará] la visión [compuesta de] “la continuidad” o [el ministerio redentor del Mesías] y la “rebelión asoladora” o [“el ministerio desolador” del cuerno pequeño] que constituye al santuario [del cielo] y al “ejército [de ministros del evangelio] en objetos de pisoteo?
B. La Respuesta del Santo
La respuesta del ser “Santo” aparese en el versículo 14. El dijo: “Hasta 2300 tardes-mañanas, entonces el santuario será purificado.” Esto es, “la visión” que está compuesta de “la continuidad” y de “la rebelión asoladora” llegaría hasta 2300 tardes-mañanas simbólicas o 2300 años literales, y entonces el proceso de la purificación del santuario celestial sería iniciado. Como se puede observar, la respuesta del “Santo” no da ninguna información con relación al punto de partida o comienzo de las 2300 tardes-mañanas, ni tampoco el ángel Gabriel se lo explicó a Daniel en esta visión (23-26). La realidad es que la explicación del ángel Gabriel quedó inconclusa en la visión de Daniel 8 y por eso hubo necesidad de que Daniel recibiera otra visión para que él pudiera entender este asunto. Esta incógnita de la purificación del santuario hizo necesario que el ángel Gabriel visitara otra vez a Daniel y le dijera cuando comenzaría el periodo profético de las 2300 tardes mañanas (Daniel 9:24-27) y en que consistía la naturaleza de la purificación.
Esta purificación del santuario, que comenzaría hasta el fin de las 2300 tardes-mañanas simbólicas, es la respuesta y la solución de Dios al problema de la insolencia y arrogancia del cuerno pequeño. Esta purificación tendría que comenzar exactamente al terminarse el período de las 2300 tardes-mañanas y durante el período del “tiempo del fin”. Desafortunadamente, esta visión de Daniel 8 no dio ninguna explicación definida con relación al significado de la purificación del santuario ni del período de las 2300 tardes-mañanas. Esta incógnita, sobre el período de las 2300 tardes-mañanas y sobre el significado de la purificación del santuario, fue lo que llevó a Daniel a enfermarse y a investigar el libro de Jeremías concerniente a la desolación de Jerusalén y del santuario. Esta misma incógnita, sobre las 2300 tardes-mañanas y sobre la naturaleza de la purificación del santuario, fue también la causante de la visita de Gabriel a Daniel y del mensaje de Daniel 9:24-27. Por esta razón, Daniel 9:24-27 es el lugar donde se descorre el velo y se contestan las preguntas que no pudieron ser contestadas en la visión de Daniel 8:3-26. Ahora, con esta clarificación en mente, pasemos a estudiar el significado de la frase 2300 tardes-mañanas y su cumplimiento en la historia.
 
2300 tardes-mañanas
¿Qué significa la expresión “tardes-mañanas” de Daniel 8:14? ¿Es una referencia a cierto número de sacrificios que se ofrecerían durante las mañanas y tardes en el santuario de Jerusalén o se refiere a días literales? ¿Existe la posibilidad de que la expresión sea simbólica?
La frase “tardes-mañanas” de ninguna manera puede referirse a los sacrificios matutinos y vespertinos del santuario israelita. La razón es simple, pues esta expresión en ninguna parte del Antiguo Testamento se utiliza de esa manera para referirse a los sacrificios. Sin excepción, todas las veces que se indica el orden de los sacrificios en el Antiguo Testamento, el orden es “mañana” y “tarde” y nunca “tarde y mañana. Por lo tanto, la expresión “tardes-mañanas” de Daniel 8:14 no puede referirse al orden de los sacrificios matutinos y vespertinos.
Esta expresión “tarde(s)-mañana(s)” de Daniel 8:14 es la traducción literal de la frase Hebrea `ereb boqer. La palabra Hebrea `ereb significa tarde y boqer mañana. Estos términos Hebreos fueron utilizados de manera literal, independientemente la una de la otra, para referirse a una tarde o mañana literal o estando juntas para referirse a un día literal. Sin embargo, este significado no hace sentido en el contexto de Daniel 8:14; porque si tomamos literalmente a la frase “tardes-mañanas,” los eventos presentados en la visión no encajan en un período de 2300 días literales o 6 años y cuatro meses. La única alternativa es que `ereb-boqer sea una expresión figurada o simbólica.
Cuando estudiamos la visión de Daniel 7, observamos que esa visión menciona un período de tiempo que fue utilizado de manera simbólica; esto es, los 1260 días de la frase “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo”. En esa visión, cada día simbólico representaba un año literal. Este uso simbólico de ciertos términos temporales se observa también en la visión de Daniel 8. Aunque en esta visión, la expresión “tarde-mañana” indica un día como en Génesis 1; los días que allí se mencionan, en el contexto de la visión, no pueden ser literales sino simbólicos. En otras palabras, los 2300 días de Daniel 8:14 representan 2300 años literales. Esta interpretación simbólica de las 2300 tardes-mañanas armoniza perfectamente bien con el contexto de la visión y con todos los elementos simbólicos y gramaticales de Daniel 8 y de las otras visiones del .libro de Daniel.
Comienzo y fin de las 2300 tardes-mañanas.
Si los días de Daniel 8:14 son simbólicos, ¿cuándo comienzan y cuándo terminan? Para poder contestar esta pregunta es necesario recurrir a la visión de Daniel 9:24-27. Allí es donde se encuentra la información sobre su punto de partida que nos permite establecer la fecha de su inicio y terminación. En Daniel 9:24 encontramos que “70 semanas” serían cortadas y que concernían al pueblo de Israel. Preguntamos, ¿De qué período serían cortados? Sin lugar a dudas de los 2300 días de la visión anterior. Luego, en Daniel 9:25 encontramos que el ángel le indicó a Daniel que el decreto o la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén marcaría el principio de las 70 semanas, que a su vez marcaría el inicio de las 2300 tardes-mañanas. Como se verá en el siguiente capítulo, el decreto de la reconstrucción de Jerusalén se dio en el otoño del año 457 a. C. Si se toma esta fecha como el punto de partida de los 2300 días, entonces los 2300 días simbólicos o 2300 años literales llegan hasta el otoño del año 1844 d. C. Esta fecha, como se explicará mas adelante, se ubica dentro del período del “tiempo del fin;” período que según Daniel 8:17, es el punto focal de la visión de Daniel 8.
Significado de la purificación del santuario.
Pero, ¿qué significa la expresión “el santuario será purificado? ¿A que santuario se refiere y en que consiste su purificación? ¿El verbo pasivo “purificado,” de Daniel 8:14, es una traducción correcta del término Hebreo nizdaq? ¿Qué es lo que sucedió al fin de los 2300 años y qué relación tiene la fecha 1844 con el “tiempo del fin”?
El santuario de Daniel 8:14 no puede referirse al templo literal de Jerusalén, que se reconstruyó en el año 516A.C. y que se volvió a destruir en el año 70 de nuestra era. Ya se ha visto que este versículo, en el contexto de la visión, tiene que ver con el tiempo del fin (8:17), y el tiempo del fin, como se verá mas adelante, comenzó en 1798 d. C. y terminará con la resurrección de los redimidos. Por esta razón, este santuario tiene que referirse al santuario del cielo que es el santuario que está activo en “el tiempo del fin”. El templo de Jerusalén ya no existe más y el único santuario donde Dios mora y ministra a favor de su pueblo es el santuario del cielo. La epístola a los Hebreos fue especialmente escrita para explicar la transición de los ritos del santuario terrenal a la realidad de la vida y muerte del Señor Jesús y su ministración en el santuario celestial.
Pero, ¿en que consiste la purificación del santuario del cielo? Para contestar esta pregunta, tenemos que investigar primero cuál es el significado de la palabra Hebrea nizdaq,, que ha sido traducida “purifcado” en algunas versiones castellanas. La palabra nizdaq es el pasivo del verbo zadaq. Este verbo Hebreo zadaq, como suele suceder con todos los verbos del lenguaje humano, tiene varios significados y se definen de acuerdo al contexto. El uso del verbo zadaq y de los sustantivos zedeq y zedaqah, en el Antiguo Testamento, indican que el verbo pasivo nizdaq puede significar: (1) justificado, (2) restaurado, (3) salvado, (4) vindicado, etc. Estos significados se derivan del contexto en que se usan y de su paralelismo con otras palabras. De manera especial se nota que el profeta Isaías utilizó la palabra justicia (zedeq o zedaqah) o el verbo justificar (zadaq) de manera paralela a la palabra “salvación” (Isa 45:8; 51:5, 6, 8; 56:1;58:17; 62:1;cf. Sal 119:123; 98:2). Este paralelismo, que se observa entre la palabra “justicia” o “justificar” y “salvación,” es una evidencia de la relación estrecha que existe entre estas dos palabras. Esta misma relación se nota en el uso de la palabra justicia o justificación en los escritos de Pablo. En otras palabras, justificación es sinónimo de salvación.
Si esta conclusión es correcta, entonces la clausula “el santuario será purificado” podría significar que el santuario sería puesto a salvo de los ataques del cuerno pequeño; esto es, de los ataques que el cuerno pequeño realizaría en contra del “Príncipe de los príncipes,” del “ejército del cielo” o el pueblo de Dios en la tierra, del santuario o centro de operación del gobierno de Dios y de “la verdad”. En otras palabras, el santuario donde Dios reside y ministra y el “ejército” que le sirve en la tierra finalmente serán puestos a salvo de todas las acciones insolentes y soberbias del cuerno pequeño o de la rebelión asoladora.
Las purificación o justificación del santuario es un proceso que vindicará al gobierno de Dios y pondrá a salvo a su ejército. Esta purificación, que no fue explicada en la visión de Daniel 8, tiene su explicación en Daniel 9:24-27 y en la ceremonia típica del día de la expiación que aparese descripta en Levitico 16. Recuérdese que el sistema del santuario terrenal tenía una función objetiva de enseñar el plan de Dios en lo que respecta a la solución del problema del pecado destructor y a la salvación proveniente de Dios. En Daniel 9:24-27, como se verá en el siguiente capítulo, se presenta la solución de Dios en la persona del Mesías o Cristo, quien moriría en lugar del pecador para salvar a los seres humanos y vindicar el gobierno de Dios. Una vez que el Mesías muriera en lugar del pecador y se cumplieran las 2300 tardes-mañanas simbólicas o 2300 años literales, entonces se iniciaría el proceso de la purificación o justificación del santuario celestial o cede del gobierno de Dios. El proceso de la purificación del santuario se explica detalladamente en Levítico 16 y de una manera más explicita que en cualquier otra parte de la Biblia. El día en que se celebraba este proceso era el día y el evento más solemne de todo lo que se realizaba en el santuario terrenal y en la vida del pueblo de Israel. Este evento era en realidad el evento que, unido a todos los actos previos de la expiación del pecado, garantizaba al pueblo de Israel la limpieza, el perdón y la salvación del pecado. Así también, el proceso de la purificación del santuario celestial, que comenzó en 1844 o al final de las 2300 tardes-mañanas, es la garantía de todas las criaturas de Dios y especialmente de los seres humanos de su limpieza y salvación del pecado. Este proceso de purificación, de acuerdo a la visión de Daniel 8, se llevaría a cabo al final de las 2300 tardes-mañanas y durante el “tiempo del fin”.
Significado de la frase “tiempo del fin”
El período del tiempo del fin es el foco central de la visión de Daniel 8 y de la última visión de Daniel que está registrada en los capítulos 10-12. La expresión “tiempo del fin” aparece por primera vez en Daniel 8 (8:17) y luego aparece cuatro veces más en la última visión (11:35, 40; 12:4, 9).
El significado de esta frase, como se verá al estudiar Daniel 12:5-13, es el tiempo que conduce al fin o el tiempo que pertenece al fin. Este periodo está relacionado con el tiempo final de la historia de nuestro mundo que ya comenzó en 1798 d. C. y que terminará con la resurrección y la glorificación de los redimidos. Una de las profecías focales de Daniel 8, que se esta cumpliendo en este periodo de la historia de nuestro mundo, es la purificación del santuario celestial. Como ya se vio anteriormente, la purificación del santuario se inicio en 1844 d. C. y esta fecha encaja perfectamente bien en el período del tiempo del fin, que se inició en 1798 d. C y el cual terminara con la resurrección de los redimidos. No hay lugar a dudas de que estamos viviendo en “el tiempo del fin” y en el tiempo de la purificación del santuario celestial, período solemne de la historia de nuestro mundo.
 
CONCLUSIÓN
 
En resumen se puede decir que la visión de Daniel 8 presenta a un carnero como símbolo de Medo-Persia, a un macho cabrio como símbolo de Grecia y a un cuerno pequeño como símbolo de Roma papal.
Este cuerno pequeño se extendería horizontalmente o geográficamente hacia el sur o Egipto, hacia el Este o Grecia, Asia menor y Babilonia, y hacia la tierra deseable o Palestina.
Además, el cuerno pequeño crecería verticalmente o hacia el cielo y se levantaría en contra del ejército del cielo o el pueblo de Dios, en contra del Príncipe del ejército o el Señor Jesús, y en contra del Príncipe de los príncipes o el Mesías. A el le quitaría la continuidad o el ministerio redentor a favor de los pecadores, echaría por tierra el lugar de su santuario o los principios de justicia y misericordia de su gobierno y echaría por tierra la verdad o las enseñanzas de las Sagradas Escrituras y la Ley de Dios.
Esta guerra en contra de Dios, de su santuario y de su pueblo se llevaría a cabo hasta el momento que Dios purifique su santuario. Esta purificación comenzaría al final de las 2300 tardes-mañanas o sea el ano 1844. La purificación es un proceso de juicio que se lleva a cabo en el cielo y el cual terminará en el momento que Dios lo decida y Jesús deje de interceder por los pecadores. Cuando Jesús deje de interceder ya no habrá mas oportunidad para el pecador y el cuerno pequeño tendrá que ser destruido. La purificación del santuario es la respuesta de Dios a los ataques insolentes y soberbios del cuerno pequeño en contra de Dios, de su santuario y de su pueblo.
Hasta aquí se ha visto que la profecía de Daniel 8 se ha cumplido al pie de la letra y esto nos da confianza de que las profecías que todavía restan por cumplirse así también se cumplirán.


Por
Dr. Samuel Núñez




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