Para entender mejor el asunto de la Ley, muchos predicadores utilizan la ilustración del espejo. En esta ilustración, la Ley es ejemplificada con un espejo, un espejo me muestra mi condición, es decir me muestra mi realidad, cuando me confronto con él, puedo ver si mi rostro está sucio, si necesito afeitarme, si mi peinado está bien, si tengo algún problema. Sin embargo, el espejo no puede hacer nada para que yo cambie mi condición o mi realidad, el espejo puede lavar mi suciedad, porque no es su función. Yo necesito agua. Entonces el espejo tiene el objetivo de hacer ver mi suciedad e implícitamente conducirme al agua, para que yo sea lavado.
De manera que, de acuerdo con la ilustración, la Ley es como el espejo, pues me muestra mi condición, me muestra mi error, y me dice que estoy mal en esto y aquello. La Ley no me da esperanza, me condena, ¡estás mal…! Sin embargo, tiene esa función, me muestra mi condición, me hace conocer el pecado, y finalmente yo entiendo que la Ley no puede hacer nada para lavar mi pecado, ¡yo necesito del agua!, y ¿quién es el agua? Cristo. Es por ello que la Ley es un “ayo”, un tutor para llevarnos a Cristo. Por ello el fin, el objetivo, la finalidad de la Ley es conducirnos a Cristo. Cristo sí puede lavarnos de nuestros pecados.
¿Te das cuenta qué maravillosa es la labor de la Ley de Dios? No es una carga como muchas veces la han mal presentado. La Ley es como diría el salmista, “Oh cuanto amo tu Ley, todo el día es ella mi meditación”.
Pues bien, la serie de escritos, LOS EVANGÉLICOS EN GENERAL: ¿LOS ABANDERADOS DE LA SALVACIÓN POR GRACIA?, tienen como objetivo mostrar si realmente los que señalan a la Iglesia Adventista del Séptimo Día[1] como una iglesia legalista o seudo-cristiana, tienen base bíblica, así también presentar qué implica la Salvación por gracia mediante la fe en Cristo. En consecuencia, la presente apuntará específicamente a las características de los que realmente conocen a Dios, pues si creen en la salvación por gracia mediante la fe, en primer lugar hay que conocer a Dios.
¿Conoces a Dios?
Sin duda alguna ésta pregunta insinúa una respuesta positiva, un rotundo ¡sí! No obstante, la pregunta, aunque parezca simple, es mucho más compleja de lo que parece. Mucha gente dice conocer a Jesús, lo pregona, lo predica, escriben de Él. Algunas otras lo tienen en una imagen en la sala de su casa, en su biblioteca, en una estampilla en el auto, en un collar, en un llavero, en fin…haciendo eso afirman conocer a Dios.
Muchos líderes religiosos aseveran conocer a Dios, es más, hasta hablan en nombre de Él. Se autoproclaman como sus portavoces oficiales. Sin embargo, piden y piden dinero a la gente, se ven involucrados en escándalos muy lejanos a los ideales bíblicos.
¿Cómo sabemos que conocemos a Dios? Esta pregunta es clave, y es la misma Biblia la que se encarga de darnos la respuesta, “En esto sabemos que conocemos a Dios, si guardamos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”, y no guarda sus Mandamientos, es mentiroso y la verdad no está en él” (1 Jn. 2:3,4).
¡Oh amigos míos…! Cuando leí este texto por primera vez, me quedé pensando casi un día entero. En esos años simpatizaba con una iglesia dominical. Sin duda el texto, fue una estocada directa al corazón duro y de piedra que tenía. Cuando le consulté al pastor sobre este texto me dijo, “los mandamientos no se refieren a los 10 Mandamientos, sino a todo lo que Dios nos ha mandado en su Palabra…” Su respuesta me dejó muy feliz. El pastor no estaba en contra, sin embargo, hasta ese entonces no me había encontrado con “todos los mandamientos”, no los conocía, o mejor dicho, no los había leído.
En expreso y sin rodeos, Juan, el discípulo amado de Jesús señala que la característica de alguien que conoce a Dios es, “guarda Sus Mandamientos”, ¿qué Mandamientos? En el escrito anterior (Parte II), vimos claramente que se refiere a los 10 Mandamientos de Éxodo 20: 3-17, si en su defecto a Mateo 22:37-39 que viene a ser lo mismo, un resumen.
Los mentirosos no serán salvos
El mismo Juan que escribió el evangelio y las epístolas también declara en Apocalipsis “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apo. 21:8).
Alguien es mentiroso no porque no tiene la verdad, la verdad es la Biblia, “Santifícalos en la verdad. Tu Palabra es verdad” (Jn. 17:17), más aún Cristo también es la Verdad “Jesús respondió: “Yo Soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí”” (Jn. 14:6).
Entonces, si yo digo que conozco a Dios, y no guardo Sus Mandamientos, soy mentiroso y lo soy porque la verdad no está en mí, es decir, la Biblia no está en mí y por supuesto que Cristo no está en mí, ya que Él es la verdad.
¿Por qué la mentira es tan grave? El mismo Juan asevera “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. Él ha sido homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira habla de lo que él mismo es; porque él es mentiroso y padre de mentira” (Jn. 8:44).
Por lo tanto, todo aquél que cree, ama, enseñe y predique en la Salvación por gracia mediante la fe en Cristo Jesús y no conoce a Dios está en un error terrible. Y si dice que conoce a Dios y no guarda lo que él demanda, entonces soy mentiroso. No lo digo yo, lo dice la Palabra de Dios.
Las matemáticas de Dios
Voy a utilizar otra vieja ilustración para explicar mejor el tema de la Ley de Dios y su cumplimiento en los que conocen a Dios. Esta es, las matemáticas de Dios.
Cuando predicaba en una conferencia sobre profecías, después de una de las reuniones, se acercó un pastor evangélico y me dijo: “pastor, me he sentido muy mal con sus mensajes. Quiero decirle que puede ser que tenga razón en cuanto a que si no se guarda los Mandamientos, se es mentiroso, sin embargo únicamente Dios sabe si seré salvo o no. Además, yo cumplo casi todos los Mandamientos”.
¿Cuánto es 10-1? La respuesta común es, 1. No obstante, acostumbrados a las matemáticas de Dios (de que mil años es como un día 2 Pe. 3:8), nos daremos cuenta que 10-1=0. ¿Cómo va a ser 0 si 10-1=9? Bueno, las matemáticas de Dios son diferentes según Santiago “Porque el que guarda toda la Ley, y ofende en un solo punto, es culpable de todos. Porque el que dijo: “No cometerás adulterio”, también ha dicho: “No matarás”, si no cometes adulterio, pero matas, ya eres transgresor de la Ley” (Stg. 2:10,11).
En definitiva, no puedo decir, que guardo los Mandamientos, la Ley de Dios si yo lo los considero en su totalidad. Hay quienes dicen que guardan los Mandamientos de Dios, pero se olvidan de algunos, ¿un ejemplo? El sábado, pues sí. El cuarto Mandamiento menciona que debemos observarlo reconociendo que fue Dios, el Creador del mundo y lo que en él hay (Ex. 20:8-11 cf. Gn. 2:2,3).
Por lo tanto, los Mandamientos de Dios deben ser guardados en su totalidad. Aquél que considera que la Salvación es por gracia mediante la fe en Cristo, debe considerar lo que Juan dice respecto a los que conocen a Dios.
Solución para la “mentira”
Juan dice: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Jn. 8:32). Ya vimos que la verdad no es un concepto, no es una teoría, sino que es Cristo mismo (Jn. 14:6), es Jesús que me hace libre del error, libre del pecado, únicamente Él, nadie más. La Ley me muestra mi condición, me dice mi error, pero me conduce a Cristo para que sea Cristo el que me lave de mi condición, es esa una de las funciones de la Ley.
Si conocemos a Dios, obraremos continúa diciendo Juan en su epístola “El que dice que está en Él, debe andar como Él anduvo” (1 Jn. 2:6). No lo olvidemos.
Podemos concluir hasta aquí, diciendo que somos salvos por gracia por medio de la fe, pero mi fe tiene que llevarme a las obras de la Ley, ellas son una consecuencia de mi conocimiento de Dios.
Continuará…
[1] Es importante mencionar que cuando se habla de adventistas, la presente está hablando de los Adventistas del Séptimo Día específicamente. Cualquier otra vinculación con algún grupo “adventista” es un error.
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