«La sentencia del Tribunal europeo ha sido recibida en el Vaticano con estupor y pesar»: son palabras del padre Federico Lombardi, S.I.–director de la Oficina de Información de la Santa Sede- respecto al pronunciamiento del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, el cual define la presencia de los crucifijos en las aulas escolares como una violación del derecho de los padres a «educar a sus hijos según sus convicciones» y una violación «de la libertad de religión de los alumnos».
A última hora de la tarde de ayer, según informa Marta Lago para la Cedena COPE, Radio Vaticano ha dado cuenta también de la «amargura y perplejidad» de la Conferencia Episcopal italiana por el pronunciamiento del tribunal, derivado del recurso de una italo-finlandesa presentado en sede judicial europea después de que los tribunales italianos rechazaran la petición de retirar el crucifijo de la escuela de sus hijos. La sentencia europea prevé una indemnización de 5.000 euros por daños morales de parte del gobierno italiano, que por su parte ha anunciado que recurrirá el fallo.
En el mismo servicio radiofónico, se ha difundido una nota del padre Lombardi –director general de la emisora-, quien puntualiza: «El crucifijo ha sido siempre un signo de ofrecimiento de amor de Dios y de unión y acogida para toda la humanidad. Disgusta que sea considerado como un signo de división, de exclusión o de limitación de la libertad. No es así, y tampoco es tal el sentir común de nuestra gente».
«En particular, es grave querer marginar del mundo educativo un signo fundamental de la importancia de los valores religiosos en la historia y en la cultura italiana. La religión aporta una preciosa contribución para la formación y el crecimiento moral de las personas, y es un componente esencial de nuestra civilización. Es erróneo y miope desear excluirla de la realidad educativa», prosigue.
«Sorprende además que un tribunal europeo intervenga seriamente en una materia ligada muy profundamente a la identidad histórica, cultural, espiritual del pueblo italiano –subraya el padre Lombardi-. No es éste el camino por el que se atrae a amar y compartir más la idea europea, que, como católicos italianos, hemos sostenido fuertemente desde sus orígenes».
«Parece que se quiera desconocer el papel del cristianismo en la formación europea, cuando en cambio ha sido y sigue siendo esencial», concluye.
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