El 6 de enero de 2002, el diario The Boston Globe publicó una
historia que tuvo
profundas consecuencias en la sociedad estadounidense, al señalar la punta del iceberg de un escándalo conmocionante.
La nota contaba la vida del cura John Geogham y las 130 denuncias por abuso de
menores que pesaban sobre él, y cómo la arquidiósesis de Boston y sus
principales autoridades no sólo tenían conocimiento de los casos, sino que
continuaron rotando a Geogham por cargos en los que seguía teniendo contacto
con niños.
La nota destapó la olla de una conducta que estaba extendida en la Iglesia estadounidense. Entre 1950 y 2009, 5.768 curas recibieron al menos una acusación de abuso, lo que representa un 5,3% de la cantidad total. El número de víctimas en ese período ascendió a 15.235, a razón de 2,6 por cura. Más de un 80% de las acusaciones se demostraron ciertas, y le costaron hasta el momento a la Iglesia estadounidense unos 3.000 millones de dólares en indemnizaciones, con cientos de juicios todavía pendientes de resolución.
Dos jóvenes economistas argentinos, Nicolás Bottan, de la Universidad de Illinois, y Ricardo Pérez Truglia, de Harvard, aprovecharon esta serie de escándalos para resolver un misterio pendiente de la economía de la religión: si el hecho de que una persona sea “creyente” la lleva a tener una conducta más “social”, esto es, a participar de acciones solidarias, donar dinero, ser protagonista en la vida civil, etc. Hasta el momento, se sabía que ambos tipos de variables están altamente correlacionadas (hay observaciones tan antiguas sobre el tema que se remontan a Alexis de Tocqueville), pero era un problema determinar la causalidad. Esto es,probablemente gente “altruista” tenga más tendencia a ser religiosa y solidaria a la vez. Un problema que en econometría se conoce como de “endogeneidad”.
Lo que Bottan y Truglia hicieron fue tomar a los escándalos de los curas pedófilos como un “experimento natural”. Fiorela Benedetti, de UDESA, confeccionó una base geográfica y temporal muy detallada con la ubicación de los delitos, que permitió concluir que una vez que se hicieron públicos disminuyó el compromiso religioso en esas comunidades según distintos indicadores (ir a misa, creer en Dios, etc.) Con un rezago de unos meses, se vinieron abajo los indicadores de comportamiento “pro-social”, medido en variables como número y tamaño de organizaciones caritativas o donaciones, por ejemplo. “El efecto de los escándalos protagonizados por los curas en el nivel de religiosidad y solidaridad de las comunidades afectadas por la noticia fue importante y, peor aún, permanente en el tiempo”, explica Bottan. Por ejemplo, el personal de entidades de caridad bajó un 10% en promedio y no se recuperó. Y en la década pasada hubo una caída dramática en la cantidad y en el tamaño de los colegios católicos de los EE.UU.
Por lo explosivo de la combinación de temas que aborda (religión, sexo, escándalos), el paper de los economistas argentinos tiene destino asegurado de alto perfil en los próximos meses, cuando empiece su recorrido por los journals.
Fuente: iEco / Clarin.com
Autor: Sebastián Campanario (Argentina, 1973-) Es licenciado en Economía (UBA / Universidad de Buenos Aires), y en Periodismo (TEA / Taller Escuela Agencia de Periodismo). Su formación profesional comenzó en el semanario "El Economista" en 1994, y cuatro años más tarde ingresó al Suplemento Económico de Clarín, donde trabaja en la actualidad escribiendo notas de macroeconomía, teoría económica, negocios y marketing. Es asesor en temas de economía para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Autor del libro "La Economía de lo Insólito".
Vía: OJO ADVENTISTA
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