La manera en que las iglesias cristianas interpretan la tipología de los servicios del antiguo santuario de Israel en la nueva dispensación de la iglesia, es responsable en gran medida de la estructura eclesiástica que desarrollan. La discusión actual sobre la ordenación de la mujer no escapa a ese problema. Sólo una tipología correcta entre los dos sistemas de culto, el antiguo y el nuevo, puede librar a la iglesia cristiana de caer en cualquiera de los dos extremos organizativos eclesiásticos. Por un lado está el sistema jerárquico romano con una cabeza visible que es el papa, y por el otro la tendencia al congregacionalismo de las iglesias protestantes y evangélicas que tienden a no querer sujetarse a ninguna cabeza ni ley.
A continuación un estudio extraordinario respecto:
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